Julio Scherer García, destacado periodista y escritor mexicano, falleció a las 4:30 horas de la madrugada de este miércoles víctima de un choque séptico. Tenía 88 años.

 

De acuerdo con el semanario Proceso, el fundador de dicha publicación llevaba poco más de dos años enfermo, principalmente afectado por problemas gastrointestinales.

 

El 17 de octubre de 2014 hizo lo que sería su última visita a la redacción que tanto amó y la cual se publicó en la cuenta de Twitter @revistaproceso.

 

“Al despedirse, a las puertas de las oficinas del semanario que fue su vida durante sus últimos 38 años, dijo a este reportero, los ojos húmedos, que Proceso había costado muchos sacrificios y trabajo y se despidió intentando una sonrisa”, relata la publicación.

 

“Prometió, un hilo su voz, que regresaría para el aniversario 38 del semanario. Ya no pudo”.

 

Siempre lejos de los reflectores, renuente a las entrevistas, fiel a su estilo de vida, sus funerales serán privados.

 

En tanto, el 7 de diciembre de 2014 publicó lo que sería su último texto para despedir a quien fuera su compañero de letras, Vicente Leñero.

 

Una vida dedicada al periodismo y las letras

 

Scherer García estudió la carrera de derecho y de filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero pronto acabó por dirigir todos sus esfuerzos a lo que sería su máxima pasión: el periodismo.

 

Antes de cumplir 18 años ingresó al diario Excélsior como mandadero de la redacción, eran los años 40 y tras varios años de ser reportero publicando notas, entrevistas y reportajes bajo su firma, fue designado por la cooperativa como Director General el primero de septiembre en 1968. Tenía 42 años.

 

Desde ahí desarrolló una línea crítica hacia los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y de Luis Echeverría Álvarez  (1970-1976), línea que molestaría a las autoridades del régimen instituido pero que consolidaba a la cooperativa Excélsior como una fuerte y poderosa empresa editora.

 

En julio de 1976, Echeverría Álvarez lograría la realización de una asamblea en la cual se designaría al frente del diario al periodista Regino Díaz Redondo, quien ocupó dicho cargo 24 años.

 

Antes de consumarse el cambio, Scherer García junto con algunos de sus colaboradores como Miguel Ángel Granados Chapa y Francisco Ortiz Pinchetti abandonaron Excélsior.

 

Meses después, en noviembre de 1976, fundaría con sus antiguos colaboradores de Excélsior, la revista Proceso, que saldría a la venta la primera semana de noviembre a pesar de diversas dificultades que se les presentaron, las cuales están narradas en el libro Los periodistas de Vicente Leñero.

 

Scherer García, quien asumió la dirección de Proceso a los 50 años, nunca dejó la actividad reporteril.

 

No hubo tema que no tocara: pobreza, menores de edad, desastres, tragedias, conflictos estudiantiles, protestas laborales, religión, grilla política, asuntos internacionales, pintura, literatura y las artes en general, aunque el de la corrupción gubernamental es una constante.

 

Obra literaria

 

Entre 1965 y 2013, Scherer García escribió un total de 22 libros.

 

Después del primero, titulado Siqueiros: La Piel y la entraña (1965) (FCE 2003), debieron pasar 19 años para publicar el segundo, el inolvidable Los Presidentes (Grijalbo 1986).

 

Después escribió El poder: historias de familia (Grijalbo 1990); Estos años (Océano 1995); Salinas y su imperio (Océano (1997); Cárceles (Alfaguara 1998); Parte de Guerra, en coautoría con Carlos Monsiváis (Aguilar 1999); Máxima seguridad (Random House Mondadori 2001); Pinochet, vivir matando (Alfaguara 2000 y Nuevo Siglo-Aguilar 2003); Tiempo de saber: Prensa y poder en México, también en coautoría con Carlos Monsiváis (Aguilar 2003)

 

Así como Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia (Nuevo Siglo Aguilar 2004); El perdón imposible (FCE) (Versión ampliada de Pinochet, vivir matando); El indio que mató al padre Pro (FCE 2005); La pareja (Plaza & Janes (2005); La terca memoria (Grijalbo 2007); La reina del Pacífico (Grijalbo 2008); Allende en llamas (Almadía 2008); Secuestrados (Grijalbo (2009); Historias de muerte y corrupción (Grijalbo (2011); Calderón de cuerpo entero (Grijalbo 2012); Vivir (Grijalbo 2012) y Niños en el crimen (Grijalbo 2013).

 

Proceso, el parteaguas

 

Bajo su dirección Proceso publicó portadas memorables como aquella titulada El hermano incómodo, del 19 de noviembre de 1994, acompañada de una foto del recientemente exonerado Raúl Salinas de Gortari.

 

O esa de La casa de Durazo en el Ajusco en julio de 1983, sobre las corruptelas del que fuera jefe de la policía capitalina en el sexenio de José López Portillo, junto a otro reportaje sobre El Partenón, una narco mansión construida para ese siniestro personaje en Zihuatanejo, Guerrero.

 

Recordada también es la portada de enero de 1983 con el título El refugio de López Portillo en Acapulco, cuyo reportaje en interiores se destacó curiosamente con la cabeza: Una casita blanca de 2 millones de dólares en Puerto Marqués.

 

El 8 de enero de 1994, el país en un hilo por la declaración de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la redacción de Proceso se recibió una invitación del EZLN dirigida a Scherer García para que este, junto con la Premio Nobel, Rigoberta Menchú y el obispo Samuel Ruíz, fungieran como intermediarios ante la eventualidad de un diálogo con el gobierno.

 

La respuesta del entonces director de Proceso lo pintó de cuerpo entero:

 

“Agradezco la inclusión de mi nombre al lado del obispo Samuel Ruiz y de la señora Rigoberta Menchú. Sin embargo, mi condición de periodista me obliga a la imparcialidad, difícil de sostener en la doble condición de mediador y cronista de los acontecimientos que vivimos. Debo, pues, cumplir exclusivamente con las reglas de mi profesión”.

 

Premios

 

Scherer García recibió en 1971 el premio María Moors Cabat y en 1977 fue reconocido como el periodista del año por Atlas Word Press Review de Estados Unidos.

 

En 1986 se le entregó el premio Manuel Buendía 1986 y dos años después rechazó el Premio Nacional de Periodismo, que en ese entonces entregaba el presidente de la república en turno.

 

En 2001 recibió el reconocimiento Roque Dalton y en el 2002, quizá el reconocimiento que más lo conmovió: el Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNP, promovido por el escritor Gabriel García Márquez, en la modalidad de homenaje.

 

Un año después aceptó el Premio Nacional de Periodismo, cuando su organización y entrega se había ciudadanizado. Ya el 20 de marzo de 2014 recibió el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

 

Y el 3 de octubre pasado, otorgada por el Proyecto Cultural Revueltas, recibió la medalla John Reed por su trayectoria periodística y sus contribuciones a la libertad de expresión. (Con información de Proceso)