En un accidente vial el tiempo es la medida más importante. Son 17 minutos como máximo lo que estándares internacionales le ponen a los rescatistas para trabajar. El cronómetro trabaja desde que recibe la llama; en teoría son cinco minutos los que debe de tardar en llegar al lugar del accidente, pero en una ciudad como el Distrito Federal uno nunca sabe.

 

Al año se registran 470 mil accidentes viales en nuestro país, los cuales causan 16 mil. Lo peor, es que se pudieron prevenir en el 90 % de las ocasiones. Conducir en estado de ebriedad, usar el teléfono celular o incluso distraerse viendo una pantalla instalada al interior del automóvil son de lo más común a la hora de averiguar por qué sucedió un choque.

 

Donde si no hay excusa es en el trabajo de los rescatistas en la escena del incidente. No más de 12 minutos para verificar, atender y trasladar a heridos graves a un hospital. La verificación es cuestión de segundos, ahí se ve cuántos y qué tan graves están los heridos, clasificándolos de acuerdo a un semáforo: verde para los leves, amarillo para los que necesitan traslado pero su vida no corre peligro, rojo para los urgentes y negro para fallecidos.

 

Después de este breve análisis, el líder del equipo manda un reporte al hospital más cercano para, en su caso, pedir más apoyo y dar información de cuántas personas serán trasladadas; el protocolo indica que sólo una persona por ambulancia.

 

En accidentes muy graves, junto a los paramédicos asiste un equipo de rescate, el cual mientras se da atención médico se saca a las personas atrapadas. Es una tarea que requiere coordinación, pues al mismo tiempo reciben atención médica.

 

Así, los heridos en fase roja son quienes llevan prioridad para las ambulancias. Cuando llegan al hospital en la sala de urgencias ya saben cuál es si estado por lo que reciben atención, todo en 17 minutos desde la llamada de accidente.