La introducción y evolución de las nuevas tecnologías en el aula continúa siendo un tema de debate. No cabe duda que es un mercado emergente, y así lo ha diagnosticado un informe que señala que Google facturó 715 mil Chromebooks (laptop con sistema operativo Chrome) al mercado educativo norteamericano frente a los más de 700 mil iPads (la primera vez que Google gana a Apple en este mercado). Independientemente de quien lidere el mercado, queda clara la tendencia progresiva de la tecnología en el aula.

 

Ahora la discusión está en el uso de un dispositivo u otro dependiendo de lo que haga el alumno. Por ejemplo, las tablets se ven más como un dispositivo para tener acceso a contenidos del tipo de libros electrónicos o páginas web, mientras que la laptop de Google se relaciona más a actividades de creación del alumno.

 

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Pero, curiosamente, frente a estos nuevos estilos de aprendizaje, donde se modifican los procesos educativos para socializar a los niños en un entorno tecnológico, en otros lugares del mundo, como por ejemplo en España, se están creando leyes para prohibir el uso de los dispositivos móviles en las clases, que conllevan a desconectar las aulas de una sociedad que ya está completamente conectada. En esa batalla por mantener la atención del alumno, por intentar que no se esconda en el salón por estar conectado, evitar las interrupciones, que lo utilicen para hacer trampa en los exámenes, o simplemente para evitar el acoso cibernético, los alumnos se enfrentarán a perder tiempos de recreo, y si reinciden, entonces será la detención.

 

Parece que hoy en día la tecnología está en el centro del debate sobre la educación. Finlandia, el país con una educación reconocida como la mejor del mundo, acaba de anunciar que abandona en las escuelas la enseñanza de la caligrafía para sustituirla a partir de 2016 por el aprendizaje de la mecanografía y el uso del teclado. La justificación para tal decisión estriba en que la caligrafía es una habilidad anticuada, enmarcada dentro de la curiosidad histórica, que no aporta nada para el desarrollo de la persona.

 

Pero sobre todo, el observar que en la vida diaria un niño utiliza de manera constante los teclados tanto físicos como virtuales en computadoras, laptops o smartphones, y que únicamente recurren a la escritura a mano cuando se les da la instrucción para hacerlo. Es decir, de manera natural prefieren el teclado a escribir a mano. Otro apunte que señalan los finlandeses es que a medida que van creciendo estos niños todavía es más acusada la necesidad del teclado y disminuye aún más la necesidad de escribir a mano.

 

Si observamos a nuestro alrededor, vemos a la gente que escribe para firmar, pero las notas, apuntes y demás se hacen en tablets, smartphones o laptops. Si retrocedemos 20 años, era habitual encontrar en la universidad a los alumnos tomando notas, yendo a las bibliotecas a fotocopiar capítulos de libros que luego subrayaban. Pero hoy en día los apuntes los toman en sus tablets, e incluso toman fotografía del pizarrón para ahorrar tiempo y no perder la explicación del maestro. Para los jóvenes, escribir a mano les resulta poco práctico y es cada vez menos habitual. La cuestión es si estamos preparados para presenciar el final de la escritura a mano, o se planteará como la preservación de un bien cultural el escribir a mano.

 

Claro está que la clase social tiene que ser un punto a tener en cuenta ya que las computadoras o los dispositivos móviles no están presentes en los hogares por debajo del umbral de la pobreza. Entonces, para estos alumnos sigue siendo fundamental la enseñanza de una forma de comunicación que les permita anotar sus pensamientos y trabajos lejos de un teclado.

 

Investigadora del Proyecto Internet, Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas, Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México. Su cuenta de correo electrónico: amaya.arribas@itesm.mx

 

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