SAN MIGUEL DE ALLENDE. El saxofonista Brice Winston no sólo no decepcionó este jueves en el Festival Internacional de Jazz & Blues de San Miguel de Allende, sino que electrificó el Teatro Ángela Peralta con una de esas actuaciones que por espacio de más de una hora te mantienen en vilo, sin tregua ni para respirar, absolutamente apabullante, apasionante.

 

Vestido de camisa a rayas, jeans, saco, con el cabello chino alborotado y una mirada plácida que transmite seguridad, el también compositor tomó el saxofón a las 20:01 horas. Y todo se transmutó a su alrededor.

 

A partir de ágiles movimientos con el saxofón, el ganador de un Grammy fue capaz de crear enormes monumentos sonoros que se desintegraron para reconstruirse en una alternancia entre la calma y la tempestad, entre la fuerza impetuosa, casi violenta, y una melancolía que envolvía a la audiencia, descrita por algunos como “una inesperada tormenta de verano”.

 

“Trato de dejar que las cosas fluyan sin pensar demasiado. Y esto tiene que ver con mi actitud como músico”, dice en entrevista con 24 HORAS. Actualmente vive en Arizona, Estados Unidos; asistió a la Universidad de Nueva Orleans y es un prodigio del saxofón desde los 12 años.

 

México es un público que deseo. No puedo esperar regresar cada que me voy. Este año visité por primera vez el país y ya voy en mi tercer viaje antes de que termine 2014”, apunta contento sobre su visita al certamen de jazz en la ciudad guanajuatense.

 

 

En el show…

 

La suya es una música que hipnotiza tanto por la fuerza que contiene como por la belleza del envoltorio. Balanceándose sobre el saxofón, Winston lleva las notas hasta sus últimas consecuencias y arrastra el público en su viaje. Los asistentes en el Ángela Peralta se sujetaron a sus asientos durante varios momentos del concierto, sobresaltados. Un estado de hipnosis colectiva al que no es ajeno nadie.  

Cuando se le pregunta sobre ese momento de la actuación, dice sólo estar enfocado en su respiración y el saxofón.  

 

Soy incapaz de describir lo que pasa por mi mente mientras estoy sobre el escenario, no encuentro las palabras adecuadas. He pensado mucho sobre ello, pero no he llegado a ninguna conclusión”, explica.  

 

 

Quiere más

 

Winston describe su música como un “peligroso abanico de emociones”, que va de la agresividad a la felicidad y el amor, todo depende de la pieza.

 

El jazz, desde pequeño, siempre me sedujo por su libertad”, apunta el jazzista que fue acompañado durante su actuación por otros músicos entre ellos el director del festival, Antonio Lozoya, en los bajos.

 

“Eso es lo que hacemos los músicos de jazz. Tocar, y si es en compañía de otros músicos de jazz, mejor”, añade.

 

De ahí que Brice Winston se quedara con ganas de más: “Al ser en México, bajas y dices: ‘¿Ya? ¿Ya se ha terminado?”.  DM