Aún faltan seis años para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y la ciudad ya enfrenta el primer gran reto: la construcción de un colosal estadio en el centro de la ciudad.

 

Hace dos años, el comité organizador de los juegos escogió el proyecto de la reconocida arquitecta inglesa de origen iraquí, Zaha Hadid como el ganador.

 

Hadid fue también la creadora del centro acuático para los Juegos de Londres, fue precisamente el atractivo diseño del nuevo estadio nacional de Japón el que inclinó la balanza en las votaciones por las sede de los XXXII Juegos Olímpicos, por arriba de Estambul y Madrid.

 

Las principales críticas se centran en el elevado costo de construcción. Sería el recinto deportivo más caro en la historia, con un presupuesto inicial de tres mil millones de dólares, es el doble de los mil 500 millones que costó el nuevo Yankee Stadium y los mil 600 millones del MetLife Stadium de los equipos de futbol americano de Nueva York.

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En el 2020, será la segunda ocasión que Tokio albergue una Olimpiada, después de la de 1964. En aquel entonces, el arquitecto Fumihiko Maki, que hoy cuenta con 86m años fue el encargado de diseñar el gimnasio de esa competencia.

 

Maki es hoy uno de los principales detractores del nuevo estadio, según él:”Si haces un estadio abierto después puedes reducir la capacidad a 60 mil personas como se hizo en Londres. Al construir un estadio cubierto para 80 mil no lo puedes cambiar”.

 

“Mi mayor objeción es cubrir el estadio”, explicó Maki. “Técnicamente es más difícil y costoso. Este tipo de solución no es ideal para los deportes”.

 

Existe una objeción más sobre la construcción del coloso, y es que se planea construir en una de las zonas más verdes de la ciudad, conocida como “El jardín exterior del santuario de Meiji”.

 

“Este lugar es una especie de oasis”, dijo Nobuko Shimizu, miembro de un grupo llamado “los guardianes del estadio nacional”.

 

Los habitantes de Tokio, y los japoneses en general, están preocupados por lo que implica no solo la construcción de un estadio como el que está planeado, sino de la organización de un evento de esa envergadura.

 

Basta recordar los casos más emblemáticos, desde los lejanos Juegos Olímpicos de Montreal en 1976, donde los canadienses tuvieron que pagar la deuda durante tres décadas, hasta los recientes casos de Atenas, que tiene abandonadas prácticamente todas las instalaciones deportivas construidas para 2004, y China, donde el monumental estadio “Nido de Pájaro” es más un recuerdo de épocas pasadas que un lugar vivo.

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El caso de Londres es especial, aunque se pensó mejor la infraestructura, por ejemplo el estadio donde se realizaron las ceremonias de apertura y clausura, fue cedido al club de futbol Westh Hamm United, pero ha tenido algunas complicaciones para por fin jugar un partido de la Liga Premier en el estadio.