Cuando se habla de la confianza en internet hacemos referencia tradicionalmente a las relaciones personales, a una marca o también a las transacciones que realizamos para la adquisición de un producto o servicio. Ahora la confianza va más allá, ya que se traslada a las aplicaciones que nos permiten conocer a una persona para realizar un viaje juntos, arriesgándose el usuario porque no le conoce ni sabe cómo maneja, pero ha depositado su confianza en ella por tener una puntación de estrellas en un portal.

 

internet-user

 

Otras aplicaciones nos llevan elegir un restaurante u hotel en base a la opinión de los demás usuarios, hasta tal punto de poder alojarnos en una casa de un usuario sin conocerle previamente, o dar alojo a una persona desconocida. Todo esto es posible gracias a las plataformas sociales en internet que están basadas en la evaluación colectiva que presentan al usuario.

 

La confianza que deposita el usuario en este tipo de plataformas es muy alta, y salvo los fraudes evidentes y las promesas de enormes ganancias a cambio de nada, el funcionamiento de estas plataformas supone un desarrollo muy interesante de algunos aspectos paradójicos de la personalidad del usuario. Por un lado, vivimos en una sociedad obsesionada por la seguridad, pero se confía en las opiniones de los demás, desconocidos además, para hacer una determinada actividad. Ello se debe a que confiamos en que esas personas también esperan beneficiarse de ese sistema, por lo que vierten esas opiniones para que sirvan a un usuario para tomar la mejor decisión.

 

Además, engañar al sistema no es tan fácil. Estos sistemas llevan tiempo y finalmente se comprueban cuáles son los mejores lugares para realizar una compra, pernoctar o disfrutar de unas vacaciones. Es lógico pensar que esa persona que cuenta con buenas evaluaciones es por su forma de tratar a los usuarios, por su implicación, por su dedicación, entre otras. Al final, el sistema acaba generando sostenibilidad en base a la confianza, si bien nadie está a salvo de una mala experiencia, aunque éstas terminan por minimizarse.

 

 

Internet es igual de seguro o inseguro que la calle, sólo hay que tomar unas mínimas precauciones. Hay actividades en la calle en las que el fraude y las estafas son más habituales, pero al llevar muchos años familiarizándonos con la calle y con Internet no, se tiende a pensar que Internet es inseguro. La idea es consolidar prácticas seguras en Internet, como por ejemplo recibir un mail y hacer clic en un enlace tiene que saber a lo que se arriesga, lo mismo hacer login sin plantearse por qué el sistema le vuelve a pedir de nuevo que lo haga, o quien utiliza la misma contraseña para todo.

 

Lo cierto es que si se desea comprar, hay que hacerlo en sitios conocidos, que tengan página cifrada, a los que se accede directamente, no mediante un correo electrónico con una oferta que nos proporciona un enlace. Cuando se utiliza una tarjeta de crédito hay que conocer los términos de servicio, sobre todo en relación a la responsabilidad que se asume en caso de fraude. Si lo que se desea es intercambiar casa, hay que fijarse en la reputación de los implicados, y tratar de buscar una conexión personal, para ver la buena química y asegurarse de su buena reputación, minimizando así los riesgos.

 

Para hacer couchsurfing (alquilar una casa a desconocidos), aquí también la reputación es crucial ya que se buscan personas con cierto historial, por supuesto que excelente, en el sistema. Si se desea compartir auto, igual. Se buscan conductores que acumulen muchas opiniones positivas, los que indican además datos sobre el vehículo, etc. suelen ser apuestas más seguras.

 

 

Internet es un sistema en el que todavía la gran mayoría de los usuarios tienen poca experiencia, y entonces el sentido común tarda cierto tiempo en desarrollarse en este nuevo entorno. Además, como internet está en rápida y constante evolución, los usuarios que cuentan con poca experiencia se sienten todavía más desorientados. La idea es no alejarse de internet, sino desarrollar el sentido común en su uso. De hecho, una verdadera sensación de seguridad del usuario debería basarse en el desarrollo de su propia experiencia.