Semana a semana desde hace poco más de dos años, tengo el privilegio de escribir en esta columna temas donde la tecnología ha sido el tema constante, y en mayor o menor medida, su relación con el mundo de los negocios. En esta ocasión, he decidido hablar de un tema aparentemente no relacionado a la narrativa tradicional de este espacio, la muerte del cantante argentino Gustavo Cerati, pero esto tiene tres razones principales que de una u otra forma, sí tienen relación con lo que aquí opino semanalmente.

 

La primera razón: que Soda Stereo y Gustavo Cerati han sido, probablemente, los artistas que más me han tocado en el transcurso de mi vida. Siempre fui un fanático de ambos. Dieron al rock en español un aire universal, como hasta antes de su aparición no había ocurrido. Su sonido podía perfectamente traspasar el mundo anglosajón y dejar de ser un grupo relevante en un contexto argentino, latinoamericano o hispano.

 

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Asistí a todos los conciertos de Soda Stereo en México desde su álbum Dynamo, y a todos los de Gustavo Cerati, excepto al de su última gira, a propósito de un último disco que fue el único de toda su carrera que no me gustó (y que quizá ya era una premonición de la debacle que terminaría con su muerte el día de ayer). Si en determinada gira se presentaba dos o tres veces, asistía a los dos o tres recitales. En versiones experimentales como con Café Tacvba, o en un disco sinfónico de algunos de sus éxitos. Me siento no sólo con la autoridad para hablar de él, sino con la obligación emocional de descargar unas líneas dedicadas a una de las personas que transformó la forma como muchos entendimos la música a partir de la aparición de Soda Stereo.

 

La segunda y tercera razones por las que dedico estas líneas a él, son las que mayormente tienen que ver con esta columna. Gustavo Cerati siempre fue un fanático de la tecnología, un innovador que de diferentes formas incorporaba los avances en la materia a su obra, y por otro lado, creo que siempre tuvo una visión emprendedora que desde el punto de vista de negocios, lo hizo un hombre exitoso.

 

Primero lo tecnológico. Desde su álbum Dynamo, y mayormente con Sueño Stereo, el último disco de estudio de la banda complementada por Charly Alberti y Zeta Bosio, se hizo notoria la incorporación de atmósferas electrónicas provenientes de computadoras. Era una época (principios de los noventa) donde los “raves” se ponían de moda, y en la que la música electrónica penetró de forma importante a nivel de masas. En ese sentido, Sueño Stereo fue muy disruptivo, innovador, revolucionario. No era común en esa época que grupos tradicionalmente orientados al sonido crudo de las guitarras de rock, incorporaran sonidos electrónicos (como referencia, Pop, el primer disco de U2 que incorporaría de forma más evidente ritmos electrónicos, fue editado después de Sueño Stereo).

 

Ese disco marcaría la pauta de lo que seguiría con Cerati y su carrera solista. Un Bocanada muy emparentado de manera sonora con Sueño Stereo, y planes alternos como su faceta de DJ (que también tuvimos la oportunidad de verla en la Ciudad de México), Plan V, un proyecto exclusivamente de música electrónica, así como el Soundtrack de la película +Bien, continuaron su romance con la tecnología y su capacidad para generar atmósferas siempre interesantes.

 

Pero Cerati, el siempre innovador, tenía la capacidad de sorprender. Cuando se pensaba que vendría su siguiente jugada maestra dentro del tablero de ajedrez electrónico, era capaz de irse en otra dirección y regresar un poco al rock con los álbumes Siempre es Hoy y Ahí vamos, de sonido siempre actual y salpicado de algunas reminiscencias de los años ochenta, esos que vieron nacer al mítico Soda Stereo.

 

Eso era también porque tanto como solista, como con Soda Stereo, Cerati tenía la capacidad de adaptarse a lo que estaba en boga, a lo que cautivaba, a lo que sorprendía, y sobre todo, siempre con un sonido “amable” para todo público. Eso lo hizo un cantante exitoso a nivel de ventas de discos y conciertos, sin comprometer un gramo su calidad artística. Eso es lo que hizo también de Cerati, un cerebro empresarial muy exitoso en el mundo de la música. Un entrepreneur de la música. O como el término de moda, un startupero. #HastaSiempreCerati.