Ya ni siquiera es extraordinario. Lo de Pumas raya en lo absurdo por el ángulo que se le vea. El equipo se cae a pedazos. La ruptura con la tribuna es evidente. Pancartas, redes sociales y cualquier medio es válido para mostrar inconformidad; y es que ya el grito no es fuera Trejo, sino: “Fuera los Trejo”, y al menos en lo que concierne al presidente deportivo, Mario Trejo, todo parece terminado. Lo dijo el doctor Trejo el domingo al finalizar el duelo en que cayeron con Atlas: “Me voy, mi contrato termina el 12 de agosto, y no voy a seguir más”. Apenas una muestra del desorden que impera en la institución, porque, en ¿qué club el fin de contrato de un directivo llega en el primer cuarto de torneo?

 

El otro Trejo, José Luis, no ha dado motivos para seguir. Sus números en Pumas lo dicen. Ha dirigido a los auriazules en 32 partidos y apenas ha logrado conseguir nueve victorias, a cambio de nueve empates y 14 descalabros.

 

Por eso el campamento de Pumas es un polvorín. Paradoja completa, el equipo que representa a la máxima casa de estudios del país no permite a sus futbolistas hablar. Así lo dijeron cada uno de ellos ayer a la salida del entrenamiento matutino, cuando los medios les pedían unos minutos para platicar del equipo, pero cada uno aseguraba que no se los permitían, que no les dan: “Chance de hablar”.

 

En fila desfilaron Javier Cortes, Alejandro y Marco Palacios, Luis Fuentes, Matías Britos, Daniel Ludueña, y cada uno esgrimió la misma cantaleta, “no nos dejan hablar”, y cuando se les preguntaba quién no les permitía declarar, simplemente emprendieron la graciosa carrera al refugio que representa el estadio Olímpico Universitario, al menos cuando está vacío, porque cuando juegan en él, la grada abuchea, moja e insulta con el más amplio repertorio a directivos y cuerpo técnico.

 

¿Y por qué sigue Mario Trejo al frente de Pumas?, por los espejismos. Los directivos confiaron en que era el técnico ideal para redondear al fin una campaña de consolidación luego de que en el Clausura 2014 los felinos terminaron terceros de la tabla general… “¡terceros!”. El problema es que nadie analizó el curso de la campaña; en que sí, fueron terceros, pero acomodados ahí hacia el final de un torneo en que la diferencia entre el tercer lugar de la competencia y el lugar 15 fue de sólo cuatro puntos. Es decir, a Chivas se le crucificó porque su campaña fue un total fracaso que les hizo terminar en el lugar 15 con apenas 21 puntos, mientras que la de Pumas fue un éxito porque entraron a la Liguilla en tercero general con 25 unidades… ¿y el análisis?

 

Ha sido la constante en unos Pumas que no caminan desde la salida de Guillermo Vázquez, que ha tenido cinco técnicos en tres años, que hoy tiene deprimidas sus fuerzas básicas, y que en una semana puede volver a cimbrarse. Habrá que ver si se cumple la tan pedida salida de los “Trejos”.