Es común que en un conflicto tan longevo como lo ha sido el palestino-israelí, caigamos en juicios tendenciosos y arbitrariedades basadas en ideologías. Es importante mantener una visión amplia del conflicto y analizar hechos que la complementen.

 

No pretendo analizar las políticas detrás de la llamada Operación Margen Protector. Tampoco pretendo juzgar los abusos que se han cometido en ambos lados del conflicto por parte de sus élites políticas y militares: la fuerza desmedida con la que el Ejército de Israel se ha defendido contra los misiles provenientes de Gaza o el hecho que Hamás resguarde activos militares en zonas civiles y su cinismo en evitar la confrontación con un enemigo claramente superior.

 

La intención principal de este artículo es difundir un hecho que ha pasado por alto en diversos medios desde el estallido del más reciente conflicto entre Israel y Palestina. Busco dar a conocer la manera en la que han proliferado en Israel ciertos grupos ciudadanos y del gobierno cuyo discurso mantiene visibles componentes racistas, xenofóbicos, ultra nacionalistas y violentos. Es decir, de extrema derecha.

 

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Lo anterior se ha manifestado de diversas maneras desde que iniciaron las hostilidades el 8 de julio. Lo que se ha constatado en múltiples ocasiones es que manifestantes, periodistas y ciudadanos comunes han vivido hostigamiento por parte de grupos que defienden de manera férrea la política militar de Israel. A continuación, enlisto algunos incidentes que me han llevado a reflexionar sobre lo anterior:

 

  • Yoav Eliasi, un conocido rapero israelí, agradeció en su página de Facebook a aquellos que amenazaron con bats a los participantes de una demostración contra la guerra, diciendo “la izquierda radical es el verdadero enemigo entre nosotros”.

  • Un perfil de Facebook llamado “Exponiendo a los traidores”, ahora clausurado, publicaba fotografías de los perfiles de palestinos que viven y trabajan en Israel con el fin de ser expulsados del país.

  • Diversos medios difundieron fotografías de una congregación en un monte en la ciudad de Sderot, en las cuales se veía a gente aplaudiendo y gritando cuando caían piezas de artillería sobre Gaza. Sderot es la población israelí más cercana a la Franja, y es el objetivo principal de los misiles de Hamás.

  • Se han dado casos en los que grupos de personas destruyen la propiedad y la agricultura de familias en Cisjordania, específicamente árboles de olivo, que son, muchas veces, su única forma de sustento.

  • Amir Shwiki y Samer Mahfouz, palestinos de 21 años, fueron atacados por un grupo de israelíes hasta quedar en condiciones de salud muy delicadas. Según su testimonio, la policía tardó tiempo en llamar una ambulancia al encontrarlos en esta condición.

  • La bloguera israelí Elizabeth Tsurkov ha compartido en twitter los slogans de manifestaciones en apoyo a la guerra en Tel Aviv, uno siendo “Mañana no hay clases en Gaza, ya no quedan más niños”.

  • La legisladora israelí Ayeled Shaket hizo una polémica declaración en la que pidió exterminar a madres palestinas para evitar que dieran a luz a “pequeñas serpientes”.

  • Abigdor Lieberman, ministro de exteriores de Israel, declaró que busca expulsar a la cadena de noticias catarí, al-Jazeera, por considerarlo “un pilar de propaganda de Hamás”.

 

El listado anterior resulta verdaderamente preocupante por diversas razones. Es fundamental que las autoridades israelíes realicen un esfuerzo para limitar y perseguir este tipo de expresiones, que vulneran de manera importante la democracia y los objetivos de inclusión que mantiene el gobierno israelí.

 

Tengamos en cuenta que el discurso de odio también está presente de manera abierta en Palestina, más preocupante que sea desde las filas del gobierno, pues Hamás llama a la completa destrucción del Estado de Israel frecuentemente. No olvidemos tampoco el incidente en París durante la semana pasada, en la que grupos pro-palestinos rompieron los cristales de negocios de familias judías, en alusión a uno de los antecedentes principales del holocausto en Alemania.

 

La guerra entre Israel y Palestina está llevando a que un sector de la población en ambos frentes pierda el sentido humano y se desconecte de los valores de tolerancia que deberían fortalecer en situaciones tan delicadas como la que están viviendo. Las cicatrices que estas expresiones deja marcadas sobre la sociedad son difíciles de borrar y es por esto que tanto la ciudadanía como la clase política necesita prohibirlas por completo.