La comunidad científica plantea “el final” de la epidemia para 2030. La meta es ambiciosa, pero los investigadores reunidos en Melbourne, Australia, consideran que una combinación de antirretrovirales, utilizada para mantener vivos a 13 millones de personas infectadas con el virus en todo el mundo, podría ser suficiente para detener la propagación.

 

Esto implicaría limitar los contagios a sólo uno por cada una de las personas actualmente infectadas; esto, como resultado de la administración a los pacientes de una combinación de fármacos, concluyeron los participantes en la 20 Conferencia Internacional sobre VIH Sida que se clausura este viernes en la ciudad australiana.

 

No obstante, los científicos y activistas también manifestaron que aún queda mucho por hacer en las poblaciones clave, como los hombres homosexuales, personas transgénero, trabajadores sexuales hombres y usuarios de drogas.

 

En el último día de la conferencia, el artista y activista irlandés Sir Bob Geldof reprochó que los gobiernos de los países en vías de desarrollo renuncien al financiamiento de programas para prevenir y atender el VIH-Sida, cuando “estamos en la última milla del viaje para el final de la epidemia”.

 

Durante los cinco días que duró la conferencia, 12 mil personas participaron bajo el tema “Acelerar el ritmo”. Las sesiones se enfocaron en los avances en el tratamiento para el VIH, la hepatitis C y la tuberculosis; la prevención del VIH biomédico, incluyendo la profilaxis pre-exposición o PrEP; y la erradicación del estigma y criminalización de las personas con este virus.

 

A la conferencia asistió Patricia Uribe, directora del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida (Censida), acompañada de médicos especialistas en el tema de distintas instituciones de México como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

 

Cifras a la baja 

 

 

 

En el evento también se anunció que el número de personas de todo el mundo con VIH es 18.7% menor del que estimó ONUSida en 2012, mientras que el número de muertes pasó de 1.7 millones en su pico más alto, a 1.3 millones ocurridas durante 2013.

 

El estudio “Incidencia y mortalidad del VIH, tuberculosis y malaria a nivel nacional, regional y global durante 1990-2013: un análisis sistemático de la carga mundial de la enfermedad 2013”, reveló que la epidemia en América Latina y Europa es menor de lo estimado; no obstante, en la región de Asia Pacífico se expandió de manera sustancial.

 

De acuerdo con cifras de ONUSida, en el mundo hay 35 millones de personas infectadas con VIH, de los cuales 19 millones desconocen su estado serológico, mientras que 13 millones de los pacientes ya reciben un tratamiento antirretroviral.

 

En México, el Censida estima que hay 180 mil personas con VIH y que el año pasado se registraron nueve mil 300 infecciones nuevas entre la población.

 

Los análisis del organismo muestran que por cada incremento de 10% en la cobertura del tratamiento disminuye 1% las nuevas infecciones.

 

Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA, explicó que si se acelera la cobertura del tratamiento para 2020 se podría avanzar en el fin de la epidemia para 2030; de no lograr dicha cobertura, la epidemia se alargaría una década más.

 

La ansiada cura 

 

Los científicos coinciden en que el camino para hablar de una cura para la enfermedad es aún largo. Para muchos de ellos, los antecedentes profesionales del doctor Joep Lange, una de las 298 víctimas del vuelo MH17 de Malaysia Airlines derribado la semana pasada, apuntan a que era el investigador que más cerca estaba.

 

Hace casi tres décadas el científico holandés fue de los primeros médicos en utilizar varios antirretrovirales en un mismo tratamiento. Algunos aseguran que fue el pionero en el conocido “coctel antirretroviral”, que levantaba a los pacientes que caían postrados en una cama esperando sólo la muerte.

 

Lange demostró que la terapia de combinación de fármacos también restringía enormemente la transmisión del VIH de una persona infectada por su actividad sexual. Una contribución sustancial para la contención de la propagación de la enfermedad en los últimos años.

 

Entrados los años 90, Lange fue contratado como jefe de investigación clínica y desarrollo de productos y Drogas, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Allí el científico trabajaba de la mano y a la par con las más grandes farmacéuticas del mundo.

 

El jueves 17 de julio del año 2014 falleció cuando viajaba en el vuelo 17 de Malaysia Airlines, junto con su esposa y asistente de investigaciones Jacqueline van Tongeren. Los investigadores y otros activistas se dirigían a la Conferencia Internacional sobre la enfermedad en Melbourne, Australia, que inició el lunes y concluye este 25 de julio.

 

En esta conferencia el investigador holandés habría de presentar los avances de sus investigaciones y que, para algunos estarían muy cerca de una cura para la enfermedad. Pese a la ausencia del reconocido investigador, un grupo de investigadores de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, presentó un nuevo avance en la lucha contra la enfermedad.

 

Los científicos lograron desalojar el virus del Sida de las células infectadas donde encuentran refugio en los pacientes tratados con antirretrovirales, una de las estrategias probadas por los científicos para encontrar un medicamento.

 

Tomar antirretrovirales reduce la cantidad de virus en la sangre a niveles indetectables y permite a los pacientes llevar una vida casi normal. Sin embargo, estos medicamentos deben tomarse todos los días, son caros y tienen efectos secundarios. Si se dejan de tomar, el virus rebrota en apenas unas semanas y vuelve a infectar a las células inmunes, lo que hace al paciente vulnerable a muchos microbios, algunos mortales. Por ello los científicos intentan, desde hace tres años, desalojar al virus de su refugio y matar a las células en las que se esconde cuando el paciente está bajo antirretrovirales.

 

De acuerdo con las conclusiones del estudio, seis pacientes tratados con antirretrovirales tomaron también romidepsin, un anticancerígeno que hace que aumente entre 2.1 y 3.9 veces la cantidad del virus en la sangre. En cinco de los seis pacientes el virus se volvió entonces localizable.

 

Los investigadores tendrán ahora que determinar si todos los virus escondidos fueron “revelados” y encontrar una manera de matar a las células refugio, donde el virus se multiplica apenas se dejaN de tomar los antirretrovirales. “Hemos demostrado que con romidepsin, podemos activar un virus que hiberna”, declaró Ole Schmeltz Sogaard, jefe del equipo de investigadores. “Es un paso hacia la dirección correcta pero el camino es aún largo”, añadió.

 

Cuando va a la sangre, el virus “reactivado” deja una marca en el exterior de las células inmunes infectadas CD4 que puede ser observada con un microscopio. Los científicos esperan que esta marca, similar a las huellas dactilares, pueda ser rastreada por las células T (linfocitos T), que combaten las infecciones.

 

El equipo de científicos desea combinar el romidepsin, que “despierta” al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), con una vacuna llamada vacc-4x, para incitar a las células T a identificar y luego destruir las células en las que se refugia el virus.

 

Los seis voluntarios del experimento no sufrieron efectos secundarios importantes al tomar romidepsin, y este medicamento anticancerígeno no interfirió con los efectos del tratamiento con antirretrovirales.

 

La niña de Mississippi 

 

La Conferencia Internacional sobre el Sida, que reúne cada dos años a especialistas de todo el mundo, estuvo marcada unos días antes de su apertura por la decepción en el caso de la “niña de Mississippi”. Se trata de una niña estadounidense nacida con VIH de una madre infectada y que no había sido tratada.

 

La pequeña había recibido al nacer fuertes dosis de medicamentos durante 18 meses, antes de que los médicos perdiesen el rastro del virus. Cinco meses más tarde, los médicos no lograron hallar rastros del virus, un descubrimiento asombroso, sin embargo hace unos días se descubrió que tras vivir 27 meses sin VIH ni medicamentos, el virus había vuelto a aparecer. (Con información de agencias)