BAGDAD. El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó la autoría de los atentados con coche bomba perpetrados ayer en zonas de mayoría chií Bagdad, que causaron al menos 18 muertos y 60 heridos.

 

El EI calificó estos ataques de “bendita batalla” y a los suicidas de “jinetes del islam y héroes del califato”, en un comunicado difundido en las últimas horas en foros islamistas.

 

Los extremistas señalaron que los ataques tuvieron como blanco la policía, los representantes del gobierno y los milicianos voluntarios del clérigo chií Ali al Sistani.

 

En su nota, el EI afirma que los muertos ascienden a 150 y que los ataques fueron coordinados por células yihadistas que se encuentran dentro de Bagdad y en sus afueras.

 

Los atentados tuvieron lugar en las zonas de Abu Deshir (sur), Al Baia (suroeste), Al Yihad (suroeste), y Al Kazimiya (norte).

 

Ayer, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y la Liga Árabe condenaron la expulsión de los cristianos por parte del EI de la ciudad de Mosul, la segunda ciudad de Irak, que fue tomada por los yihadistas el pasado 10 de junio.

 

En un comunicado, Al Maliki afirmó que esta expulsión por parte del EI y las “agresiones contra iglesias en las zonas que se encuentran bajo su control demuestran sin ninguna duda la naturaleza criminal y terrorista radical de este grupo”.

 

Por otra parte, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, expresó “su firme repudio a la deportación que sufren los habitantes cristianos iraquíes de Mosul debido a las amenazas y prácticas terroristas que lanza el EI”, señaló una nota de la organización.

 

En ese sentido, aseguró que “la expulsión de la población cristiana de Mosul es una vergüenza sobre la que no se puede permanecer en silencio, ya que equivale a un crimen contra Irak y su historia, y contra los países árabes, el islam y todos los musulmanes”.

 

Los cristianos de Mosul, capital de la provincia septentrional de Nínive, huyeron en masa después de que expirara el ultimátum de los extremistas para que lo hicieran si no renunciaban a su religión y no se convertían al islam.

 

El EI declaró a finales de junio un “califato islámico” en los territorios bajo su poder en Siria e Irak, mientras avanza en sus conquistas en ambos países.