WASHINGTON. Todo comenzó con un artículo firmado por el abogado y periodista estadunidense Glenn Greenwald y publicado en el periódico británico The Guardian, el inicio de una tempestad y una pesadilla para el gobierno de Barack Obama que aún no termina.

 

Ese primer artículo reproducía el contenido de documentos de la Agencia Nacional de Seguridad estadunidense (NSA), en los que mediante la orden de una corte secreta, se forzaba a la empresa de telefonía Verizon a entregar al FBI y la NSA un listado con datos de llamadas telefónicas de millones de estadunidenses.

 

Un año después de que Edward Snowden filtrara documentos secretos exponiendo el aparato de espionaje de la NSA, el país sigue afrontando las consecuencias del escándalo, que tensó sus lazos con sus aliados en todo el mundo, empañó la imagen interna del gobierno y creó una crisis de confianza difícil de resolver que no ha hecho más que empeorar con el paso del tiempo.

 

El 5 de junio de 2013, Snowden hizo su primera filtración a la prensa sobre los programas secretos de vigilancia masiva de registros telefónicos y de Internet que mantenía la NSA. A medida que salían a la luz los archivos que Snowden se llevó consigo en su huida a Rusia, surgían amenazas para la relación de EU con países como Alemania, donde la canciller Angela Merkel se enfureció al conocerse que la NSA espió su celular; o Brasil, cuya presidenta Dilma Rousseff canceló una visita de Estado a Washington.

 

Sin embargo, Rousseff se encargó de advertir que su gobierno aún espera “una señal” de que el espionaje desplegado en su país “no volverá a repetirse”.

 

Según un libro recién publicado por el periodista que recibió las filtraciones de Snowden, Glenn Greenwald, Brasil y el resto de Latinoamérica ocupan la categoría inferior en una jerarquía que mantiene la NSA sobre sus lazos con el resto del mundo.

 

En la primera categoría están los países del grupo de los “Cinco Ojos”, una alianza de no espionaje mutuo formada en 1946 entre EU, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda; mientras que en la segunda están los países con los que la NSA colabora al tiempo que los espía, entre ellos la mayoría de los europeos.

 

En el caso de Europa, la mayor indignación provino de Alemania, y ni los esfuerzos personales de Obama ni la apertura de un diálogo bilateral sobre el asunto han evitado que Berlín tome medidas como la recién anunciada apertura de una investigación de su fiscalía federal sobre las escuchas telefónicas a Merkel y a los alemanes.

 

Ese es precisamente el dilema que afronta a nivel nacional el gobierno de Obama, que ha anunciado medidas para aportar más transparencia al funcionamiento de los programas de espionaje pero no ha logrado erradicar los recelos respecto a la privacidad ciudadana.

 

Conscientes de ello, un grupo de antiguos informantes estadunidenses lanzaron la página web exposefacts.org, con el fin de alentar a otros estadounidenses a continuar la labor iniciada por Snowden, acusado de espionaje en Estados Unidos.

 

“Todos los gobiernos mienten y les gusta dejar al público en la oscuridad. Cuando a los funcionarios se les asegura que no rendirán cuentas por sus actos, hasta los más listos pueden tomar decisiones estúpidas”, dijo en un vídeo en la web Daniel Ellsberg, que en 1969 filtró los “Papeles del Pentágono” sobre la Guerra de Vietnam.

 

En ese esquema es crucial el grado de cooperación con la NSA que decidan tener los gigantes informáticos como Google, Microsoft, Yahoo, Facebook o Apple, que se han distanciado de las agencias de inteligencia para dar garantías de privacidad a sus clientes.

 

Mientras la inteligencia estadunidense se preocupa por el efecto que puede tener en su labor la falta de cooperación de los gigantes informáticos, en EU crecen las voces que llaman a una mayor regulación de Internet, tanto a escala nacional como internacional. EFE