DALLAS, Texas. El deporte siempre vive en la frontera delgada que divide al drama de la alegría. Unos pierden y otros ganan. Un gol fallado puede significar el escarnio público, mientras que el que logra mandar el balón al arrullo de la red, compra el boleto para pasar un día en el nirvana.

 

A Luis Montes muy poco le duró la gloria, de golpe cambió su suertey se perderá el que sería el primer Mundial de su carrera. Había anotado el gol con el que México se puso momentáneamente al frente en el marcador en Dallas, ante Ecuador. Y en la siguiente jugada en la que participó, en una entrada en la que no parece haber mala intención, Segundo Castillo, medio defensivo de la selección de Ecuador, choca con él. Hasta este momento no hay una confirmación oficial del alcance de la lesión, pero todo indica que se trata de una fractura al menos de tibia.

 

Castillo salió de la cancha llorando. Los jugadores mexicanos estaban desencajados. El resto del primer tiempo debió jugarse, pero era claro que lo que todos querían era que el árbitro silbara de una vez. Castillo también está lesionado y quizá sea de gravedad.

 

El estadio quedó en estado de shock, la porras callaron, el sonido local dejó la música de lado, las pantallas gigantes volvieron al punto de partida. La atmósfera se volvió tan densa que daba la impresión de que podía cortársele con un cuchillo.

 

Cuando el jugador salió de la cancha en camilla, aplausos lo siguieron. Después, entró Marco Fabián. Y el show debió continuar.

 

Injusto, no es injusto porque así es el deporte, todos saben que algo así puede pasar. Pero que dolor debe sentir, más allá del físico, después de haber logrado el sueño más grande de cualquier futbolista. Y más aún de uno que fue despreciado por su equipo, el Pachuca, y que lo envió al León, a jugar en la división de ascenso, lo que significaba a los 25 años, el final de su carrera, al menos en la Primera División.

 

Pero, fue del grupo de jugadores que logró regresar a los Esmeraldas al máximo circuito. Y de ahí, al título, después a otro más, y lo que seguía para él era debutar con México el 13 de junio ante Camerún en la Copa del Mundo.

 

Apenas tenía un año de haber sido llamado al Tricolor. Lo hizo José Manuel de la Torre, poco dado a confiar en jugadores de baja estatura. Los primeros momentos del duelo aquí en Dallas le daban la razón. Montes había sido superado prácticamente en cada jugada en la que se encontró con un rival de más peso.

 

Pero el genio en este deporte compensa todo. Y la jugada del gol fue obra de tres destellos. Rafa Márquez que mandó el pase vertical, al centro, al borde del área, Oribe Peralta que lo recibió y antes de que los rivales se dieran cuanta de qué estaba pasando, ya lo había entrenado a Montes. Cuando el portero se dio cuenta que le venía el disparo, se lanzó. Tarde, e inútil, el balón entró por el ángulo, arriba a su derecha. Vaya un golazo.

 

Ahora, a esperar noticias. Seguramente más tarde,en la conferencia de prensa sabremos quién de los que se quedaron en México cubrirá esta sensible baja.