Muy, pero muy adentro del más profundo de los rosas existe un intenso esmeralda. León; campeón verde sin importar que vista de rosa. Bicampeón de panza verde hinchada de títulos desde diciembre hasta ahora. Pumas no podrá volver a gritar que es el único bicampeón en torneos cortos, porque el monarca del Clausura 2014 del futbol mexicano es la misma fiera que hace seis meses, en el banquete final, cenó águila de Televisa, y ayer merendó tuzo 0-2 (3-4 global) de la misma cocina, aunque se presumía de TV Azteca.

 

Este es el León de Gustavo Matosas, el mismo que regresó a los esmeraldas en el 2012 al máximo circuito y lo crió con cariño hasta convertirlo en la fiera de cabellera salvaje que ha devorado al futbol mexicano en el último año. Lo hizo sufriendo, porque el triunfo no sabe si no hay sudor y dolor en cada músculo sobre el terreno. Porque no habían transcurrido 10 minutos de juego y Matosas ya había hecho dos cambios, y todavía el tercero, en tiempo extra, también fue porque su guerrero Boselli no podía con más disparos.

 

Es el León que fue echado de la Copa Libertadores en Octavos y todo mundo lo veía como un minino acabado. Una fiera que se metió de lágrima a la Liguilla, como octavo, vaya, como último invitado; que llegó a la final de vuelta, a cancha ajena, en desventaja, y alcanzó, y remontó. Primero, en tiempo regular gracias a remate de Boselli, y que en el segundo tiempo extra encontró en Juan Ignacio González el 0-2 (3-4) de un encuentro que terminó con el Conejo colgado del travesaño contrario.

 

León bicampeón, mientras que la historia del hermano, y también contrario, fue de unos jóvenes con un futuro tremendo, aunque de un trago de la más profunda hiel en lo que al Ojitos Enrique Meza se refiere. Aprendiendo a perder. Es la seguidilla que Meza emprendió en; lejos de sus otrora campeonatos con Toluca y los mismos Tuzos; a Meza la suerte le ha dado cachetadas consecutivas en las finales que disputó desde Clausura 2009, que perdió con Tuzos ante Pumas, que en el Apertura cayó en el banco de Cruz Azul, ante Monterrey; lo mismo que la del Apertura 2012 dirigiendo a Toluca contra Xolos, y ahora, de nuevo, con Pachuca ante León.

 

Final que tuvo un sólo ganador, porque sí, el León levantó la copa, pero fuera azul y blanco o profundo verde esmeralda, la casa ganaba. Así lo decretó la playera que presumió Arturo Elías Ayub, representante de la directiva del León: partida en tres; franja verde del lado derecho con escudo del León, franja blanca al centro y azul del lado izquierdo con heráldica del Pachuca, y por si le faltaba, par de escudos de Pumas sobre las mangas. Sí, final con alargue de suspenso. Con el dueño a la espera de gritar gol igual del local, igual del visitante: Carlos Slim, quien apenas el viernes pasado recibió el Premio Mundial en Telecomunicaciones en Ginebra, Suiza, y regresó apresurado para, antes del partido, reunir a los presidentes de los contendientes: Jesús Martínez Murguía y Jesús Martínez Patiño, padre e hijo… qué bonita familia. Por eso daba lo mismo, el trofeo terminaría en la misma vitrina.