En sociedades despolitizadas el marketing político se convierte en un acto terrorista en contra de la opinión.

Las encuestas manipuladas son como las minas, en el momento en que la trampa es conocida estalla su credibilidad en mil pedazos. Nunca más el nombre de marca de la encuestadora generará confianza. De ahí que la encuesta de Covarrubias y Asociados, sobre el tema de la elección presidencial del Partido de Acción Nacional (PAN), y publicada por 24Horas el 14 de mayo, tomó la naturaleza de una mina hiperdestructora colateral.

 

De manera mañosa, Covarrubias y Asociados publicó en su página web una nota en la que desconoce las gráficas de la encuesta, lo que significa que no desconoce el basamento del texto. Elaborando la anatomía de la trampa, el texto carece de una ventana metodológica. Simplemente menciona que la encuesta se aplicó a “802 militantes panistas”. Como si fuera una pachanga de vodevil, la cabeza de la nota dice: “Encuestadora de Cordero le da ventaja a Madero”.

 

En la mencionada cabeza subyace la idea de que Ernesto Cordero tiene una encuestadora, y como tal, está obligada a concederle una ventaja. La sorpresa dinamita se encuentra en que esa “encuestadora de Cordero le da la ventaja a Madero”. La intención de la frase es recargar con explosivos el convencimiento de la derrota de Cordero.

 

En cualquier prueba deontológica, por minimalista que sea, una encuesta sin ventana metodológica no puede ser publicada.

 

La semana pasada otro periódico publicó una encuesta sobre la contienda panista. En su ventana metodológica cualquier lector pudo darse cuenta de la ausencia de rigor científico. Del padrón de los votantes potenciales en la elección del domingo, sólo el 32% aportaron su número telefónico. De ellos, sólo el 12% tiene teléfono fijo (algo normal frente a la escalada de smartphones). La ventana reporta un 14% de rechazo a la encuesta, por evitar mencionar el número de intentos fallidos que tuvo para localizar a cada militante. En función del tiempo que se necesita para encuestar a 400 militantes en sólo dos días es muy difícil concluir el estudio de manera formal.

 

El miércoles por la noche, el Senado aprobó las leyes secundarias de la reforma político-electoral. Entre viarias disposiciones llama la atención la posibilidad de anular una elección cuando “se disfrace propaganda de candidatos o partidos como noticias en medios electrónicos (La Jornada, 15 de mayo). Supongo que el reformado (maquillaje) Instituto Nacional Electoral contratará a dramaturgos para analizar si los movimientos de boca y ojos son dirigidos por hilos políticos. También supongo que las encuestas hechizo, como la de Covarrubias y Asociados, tendrán que reinventarse para continuar haciendo lo único que saben hacer: negocio (porque encuestas ya vimos que no).

 

En efecto, en sociedades despolitizadas el marketing político se convierte en un acto terrorista en contra de la opinión.

 

Los daños colaterales son enormes. Entre la geografía industrial de las persuasiones nos podemos encontrar con las siguientes reacciones: “Ya me convencieron de que soy un bruto”; “Alquilo mi parcela de decisiones”; “Las redes sociales están cañonas, dicen que Madero va arriba en las encuestas”; “Mi vecino es amigo de un guarura de un político y me dice que va a ganar Madero”; “Todos los días desayuno en el Sanborns de Aguascalientes, y el otro día escuché a un líder de una secta que decía algo así como: “Los moches no afectan a Madero porque forman parte de los incentivos inorgánicos de los legisladores, no sean gueyes, voten por Madero”; “Mi amigo hace encuestas y me dice que la técnica que hace frontera con la trampa es la espiral del silencio. En qué consiste, le pregunté. Mira, Fulano está convencido de votar por el partido X, sin embrago, personas con las que come todos los días lo persuaden para votar por el partido Y.  Su hartazgo tiene límites. Llega el momento en que Fulano dice: Bueno muchachos, ya me convencieron, votaré por Y”.

 

Gustavo Madero, entre moches y encuestas, dialoga con su tío abuelo, Francisco I. Madero, sobre el hoy bipartidismo gubernamental alemán, entre los demócrata cristianos y los social demócratas. Sonríe. Y se imagina que en México también funciona. De ahí que la corrupción se convierta en un pequeño obstáculo que, según Covarrubias, no le interrumpirá su paso.