Estuve en el Auditorio Nacional, donde El Potrillo ofrecerá 9 conciertos. Alejandro dio un gran show, cantó sus grandes éxitos con banda, un concierto acústico, lo acompañó el mariachi e hizo un homenaje a su padre, Vicente Fernández.

 

El show duró dos horas y media, salió con traje negro y cantó: Cóncavo y convexo y Se me va la voz. Más tarde, pasó a la parte romántica, con Canta Corazón y entonces dijo: “Yo quisiera preguntarme, ¿quién no ha enamorado a una mujer con una canción?, ¿quién no ha enamorado cantándole al oído o susurrándole? Vamos a ponernos como en la sala de nuestra casa aquí en el Auditorio Nacional y ahora sí muchachos nos vamos a desnudar, musicalmente hablando…tranquilos. Qué miedo, eso sería de terror. Vamos a desnudarnos el alma y el corazón”.

 

Pero la fiesta sin duda llega con el mariachi y Alejandro se da cuenta de lo que genera y entonces agradece la presencia del público: “De verdad gracias por tantos años de tanto cariño brindado. Se dice fácil, pero son una vida entera; 22 años de carrera en el medio de ustedes que son los que me han hecho permanecer arriba del escenario y se los agradezco con el alma infinitamente y con lo único que les puedo regresar todo esto es cantándoles y hablándoles de mi música mexicana, del tequila, de nuestras mujeres hermosas, de la gastronomía en toda la república, de todo nuestro folclor y del mariachi. Yo literalmente lo tengo tatuado en la piel no nada más lo canto”.

 

Y en medio de una noche redonda cerró diciendo: “Antes de despedirnos quisiera tomarme un tiempo para agradecer a Dios por haberme regalado la vida y heredado este don que cada vez que subo al escenario lo disfruto más y agradezco mucho el cariño y el aplauso; a mis padres por hacer una familia llena de amor, a mis hijos por ser el motor de cada día y todas las personas que hacen posible cada noche como ésta”.

 

Digan lo que digan de Alejandro Fernández, arriba de los escenarios, es un grande de la música.

 

Hay más….pero hasta ahí les cuento.