A medida que se acerca el pitazo inicial, la Copa del Mundo en Brasil batalla con los retrasos en la entrega de los estadios mundialistas, los accidentes que han sufrido los trabajadores e incluso con los problemas de transportación que podrían existir para los seleccionados, pero la otra guerra que mantiene en vilo a las autoridades locales son las protestas de las redes sociales que algunos traducen en riesgo a la seguridad del torneo.

 

Nuevos grupos de Facebook creados para la coordinación, logística y “hashtags” de Twitter han surgido para las protestas en cientos de ciudades en todo Brasil.

 

Son más de 150 millones los usuarios conectados a estos grupos identificados sobre todo con hashtags como #BRevolução y #VemPRaRua, según revela un estudio del académico Fabio Malini, de la Universidad Federal de Espírito Santo, sobre las redes sociales y su impacto en el clima político brasileño.

 

Como resultado, incluso el Ministerio de Justicia de Brasil monitorea las actividade de estos grupos en redes sociales para identificar de manera anticipada las protestas que se convoquen y evitar actos de vandalismo.

 

Periodistas ciudadanos

 

Uno de esos grupos es el Mídia Ninja, un colectivo autodenominado de periodistas ciudadanos, que apareció por primera vez durante las protestas de junio de 2013 contra la Copa Confederaciones. En ese verano una de sus transmisiones superó las 180 mil visitas.

 

“¿Quién iba a pensar que en la tierra del fútbol, la población tomaría las redes sociales para criticar a la Copa del Mundo y la inversión en los estadios”, dice Rafael Viela, fotógrafo y miembro de Midia Ninja, en entrevista con The Observer.

 

“Pero los internautas están viendo el costo real: los pobres alejados de sus hogares, las favelas ocupadas por una fuerza policial para la “pacificación”, y otros métodos violentos para la reurbanización de las ciudades impulsado por las necesidades de la FIFA y los patrocinadores, en lugar de las necesidades de la gente”, añade.

 

Anonymous en disputa

 

Como resultado de la velocidad y anonimato del activismo en internet, las quejas en todo el país sudamericano evolucionaron en lo que ahora se conoce como Anonymous Brasil, un movimiento amorfo y difícil de manejar que está más allá del control de quienes lo comenzaron.

 

“Las redes sociales nos ayudan a organizarnos sin tener líderes. Nuestras ideas, nuestras demandas son discutidas en Facebook. No hay reuniones, no hay reglas”, dice Víctor, de 22 años y uno de los manifestantes.

 

Este grupo utiliza exploradores encriptados que dificultan la identificación de administradores de páginas y adoptó la máscara de Guy Fawkes, símbolo de los piratas cibernéticos globales conocidos como Anonymous.

 

Otros grupos rivales que intentan adoptar esta apariencia ahora se disputan el control de una de las páginas de la organización más vistas en Facebook, con un millón de seguidores, y una cuenta asociada a Twitter.

 

Anonymous Brasil dice que compite con cuentas “usurpadoras” de Twitter como @AnonymousBr4sil y #AnonymousFuel.

 

Nueva generación

 

Más del 80 por ciento de los integrantes de estos grupos son menores de 30 años, de clase media y con estudios hasta nivel superior.

 

Son jóvenes armados con smartphones, cámaras digitales y aplicaciones como TwitCasting y TwitCam que les permiten transmitir en tiempo real una protesta.

 

“Las protestas recientes no son partidistas, no tienen una dirección centralizada”, dice Ángela Alonso, socióloga de la Universidad de Sao Paulo. “Esto tiene que ver con las nuevas tecnologías que permiten la organización sin la centralización, y también con el hecho de que los activistas son de una nueva generación que ya no se guía por los ideales, como el socialismo”.