La Casa Blanca dijo hoy que la problemática ejecución de este martes de un preso en Oklahoma que finalmente murió de un ataque al corazón más de 40 minutos después de recibir la inyección letal “no alcanzó” los estándares humanos.

 

En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, se refirió así al fallecimiento de Clayton Lockett, de 38 años y condenado a la pena capital por el asesinato de una joven de 19 años en 1999, ejecución que ha reabierto la polémica sobre la pena de muerte en Estados Unidos.

 

“Tenemos un estándar fundamental en este país, en el que, incluso cuando la pena de muerte está justificada, debe llevarse a cabo humanamente. Y pienso que todo el mundo reconocería que este caso no alcanzó ese estándar”, señaló Carney.

 

El portavoz de la Casa Blanca recordó que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, considera que “hay algunos crímenes que son tan atroces que la pena de muerte es merecida”, aunque las evidencias sugieren que la pena capital tiene pocos efectos para frenar los delitos.

 

Carney apuntó que tanto los delitos cometidos por Lockett como los del otro preso cuya ejecución estaba prevista para este martes, Charles Warner, de 46 años y en el corredor de la muerte por la violación y asesinato de una niña de 11 meses en 1997, “son indiscutiblemente horribles y atroces”.

 

Las complicaciones en la aplicación de la pena de muerte a Lockett, a quien se le reventó una vena y sufrió convulsiones durante más de 40 minutos tras recibir la inyección letal, obligó a cancelar un segundo ajusticiamiento programado para este martes, en la que iba a ser la primera ejecución doble del país desde 2000.