Durante el año pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recibió la cifra más alta de denuncias en la última década: dos mil 61, de las cuales 660 provinieron de México, reveló el Informe Anual 2013 del organismo.

 

Una de cada tres peticiones presentadas ante la CIDH fueron de México, lo que significó que el país fue el que interpuso mayor número de estos recursos, seguido de Colombia con 328.

 

Mediante la presentación de un recurso de petición, cualquier persona en el continente que haya sufrido violaciones a sus derechos humanos puede solicitar ayuda a la CIDH para que intervenga con una investigación y, en su caso, formule una recomendación al Estado responsable para que se restablezca el goce de los derechos en la medida de lo posible, para que hechos similares no vuelvan a ocurrir en el futuro y para que los hechos ocurridos se investiguen y se reparen.

 

No obstante la elevada cantidad de denuncias, la CIDH sólo aceptó 123 de estas peticiones (17%), de las cuales 10 fueron de México.

 

Asimismo, durante 2013 el organismo internacional recibió 400 solicitudes de medidas cautelares, que se emiten en situaciones de gravedad para que un Estado prevenga daños irreparables a derechos humanos. De estas medidas, 85 provinieron de México.

 

“El Informe Anual no sólo es un mecanismo para dar cuenta de lo que hacemos, sino que además es un informe sustantivo sobre la situación de los derechos humanos en las Américas y un importante mecanismo mediante el cual la Comisión identifica las mejores prácticas estatales y continúa el diálogo respectivo, además de analizar los desafíos regionales en las Américas,” dijo la presidenta de la CIDH, Tracy Robinson, al presentar el Informe Anual ante el Comité de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

 

Por otra parte, Robinson expresó su preocupación por la persistencia de problemas serios de derechos humanos en el hemisferio, e hizo hincapié en que durante 2013 defensores de derechos humanos fueron víctimas de asesinatos, amenazas, acoso y la criminalización de sus actividades, en varios países de la región.