Mary Barra, una mujer que creció en Detroit y que adora correr muscle cars en su tiempo libre, toma el volante de General Motors este miércoles.

       Es hija de Ray Makela, otro nativo de la capital de los automóviles americanos, quien durante 39 años se dedicó a fabricar autos Pontiac.

Ella recuerda cuando los concesionarios cubrían las ventanas con papeles para esconder los modelos nuevos y cómo la gente se amontonaba en las presentaciones para ver lo que habían construido en las fábricas. Se acuerda de cómo era feliz su padre y sus amigos y Detroit.

 

Barra decidió seguir los pasos de su padre. Su carrera empezó en 1980, cuando integró la división de Pontiac mientras estaba estudiando una licenciatura en ingeniería eléctrica en el General Motors Institute, el predecesor de la Universidad Kettering.

 

Diez años después, se graduó con una maestría en administración de empresas por la Universidad Stanford, gracias a una beca pagada por GM.

 

Recientemente, su apellido ha generado confusión, luego de que Forbes la incluyó en 2012 en su lista de las mujeres más influyentes del mundo, en el puesto 41, y empezó a ser identificada en Estados Unidos como hispana y fue luego incluida en varias listas de mujeres latinas destacadas.

 

Pero luego del anuncio de su nuevo puesto como presidenta ejecutiva GM, la automotriz aclaró que Mary Barra no es de origen hispano y que el apellido que usa es el de su marido Tony, quien es de origen italiano y con quien tiene dos hijos.

 

Mary Barra representan lo que muchos estadunidenses de la clase trabajadora añoran, alguien que los represente y que defienda ese orgullo que les han pisoteado las empresas japonesas y europeas, que con el tiempo han logrado desarrollar mejor tecnología y diseños que ellos. Añoran que Detroit y Estados Unidos vuelvan a ser las cunas de los autos más deseados, los más modernos, los más veloces. Que el Made in USA vuelva a ser sinónimo de calidad, al menos al tomar un volante.

 

Barra se convertirá en la primera mujer en dirigir una de las más importante compañías automotrices y una de las pocas en encabezar una reconocida corporación industrial, al asumir a partir de este miércoles el puesto de presidenta ejecutiva de General Motors (GM).

 

Y es que Mary Barra, de 52 años, destacó entre los cuatro directivos en la carrera por el puesto, tras 33 años en la empresa.

 

Fue vicepresidenta de Recursos Humanos hasta 2011 antes de que el actual presidente ejecutivo, Dan Akerson, la nombrara responsable de Desarrollo de Producto.

 

En esas tres décadas en la automotriz estadunidense, la que se convertirá esta semana en la primera mujer en acceder al puesto de presidenta ejecutiva, ha ganado fuerza, pues su último cargo de vicepresidenta de Desarrollo de Producto le permitió dar su visión sobre todo el portafolio de carros y camiones de la compañía a nivel global.

 

Esa posición le permitió también tener acceso a los principales directivos de la empresa y tener un contacto directo con el equipo de vanguardia y de diseñadores de General Motors, a fin de determinar cuáles vehículos se necesitan a través del mundo y en cuáles mercados los pueden vender.

 

Como si ese puesto no fuera suficientemente importante, se le agregó en agosto pasado la responsabilidad de administrar las compras y la cadena de suministro a nivel global, además de convertirse en vicepresidenta ejecutiva de la compañía, lo que le dio el control completo de supervisar a los miles de proveedores que suministran todas las partes necesarias para crear vehículos.

 

Este cambio, y la consiguiente decisión de Dan Akerson de ampliar sus competencias dándole el control de las compras, alimentaron los rumores de que Barra tenía posibilidades reales de convertirse en la primera mujer en dirigir la compañía.

 

El rumor se confirmó el pasado 10 de diciembre, momento en que el presidente ejecutivo saliente de GM decidió anticipar su retiro para cuidar a su esposa Karin, quien fue diagnosticada con un cáncer avanzado. Akerson se retira esta semana luego de participar en la restructuración de la compañía tras la crisis financiera que llevó a la automotriz al borde de la bancarrota.

 

En su mandato, Barra logró racionalizar la gestión de los negocios de ingeniería de autos de GM, reduciendo de tres a uno el número de ejecutivos que supervisan un programa y animó a los diseñadores y proveedores a reducir el número de componentes.

 

Pero lo que más genera ilusiones en los trabajadores, es que forma parte de la segunda generación de trabajadores de GM y es orgullosamente estadunidense. Esperan que ella pelee por ese orgullo pisoteado que tiene a Detroit en quiebra.