ruben-hernandez

 

La expresividad y riqueza de los vinos espumosos de Querétaro son la esencia de una celebración de fin de año en la que además relucen los sabores, aromas e ingenios de la cocina mexicana, con todo su juego de herencias europeas y las expresiones contemporáneas.

 

 

El restaurante Limosneros, del centro histórico capitalino, presentó hasta el cierre de 2013 el festival Noches de burbujas: un encuentro de delicias llevadas a su máxima expresión a través del encuentro con las diversas expresiones de Sala Vivé, que además brilla en los festejos de la temporada con sus etiquetas realizadas por importantes diseñadores mexicanos: Brut, por Alejandro Carlín; Brut Rosé, por Julia y Renata; Brut Nature, por Royal Closet; Millesimé 2005, realizada por Mauricio Olvera; de Fashion Group; y Fruité, creación de Macario Jiménez.

“Es una oportunidad excelente para festejar y convivir con los amigos en esta época tan especial; pero también es una oportunidad ideal para gozar de nuestra cocina con las grandes expresiones de la Casa Freixenet, que es un emblema a nivel mundial y que en el caso de la vitivinicultura queretana ha marcado pauta en el desarrollo de productos con identidad, en plena sintonía con los sabores de México”, expresa afirma Juan Pablo Ballesteros, gerente del restaurante.

 

UN LUGAR CON HISTORIA

“Limosneros está situada en la calle de Allende, en una casona con historia y leyenda. En su edificación heredera de una antigua vía de tierra, cuya traza cruzaba la calzada de Tlacopan y unía México con Tlaltelolco.

“Terminada la conquista en 1524 se llamó Calle de Guatemuz, porque en ella vivió el Huey Tlatoani Mexica. Al inicio del virreinato, en 1535 en la esquina sureste en su confluencia con la calle de la Canoa, llamada así porque era un canal de agua (Allende y Donceles), edificó su residencia el factor de la Ciudad de México don Juan de Cervantes Casasús, cuyo oficio consistía en recaudar las rentas y tributos para la corona española. En el siglo XVI en esta antigua vía, colindante con la calzada de Tlacopan se establecieron calceteros, jugueteros y sastres cuyo gremio formó la Cofradía de la Santísima Trinidad e impulsó la creación del convento de Santa Clara hacia 1570.

“Los más ilustres alarifes de la Cofradía, se dieron la tarea de construir conventos, hospitales, beaterios, casas y palacios. Para las construcciones religiosas no sólo se recaudaba oro o cacao, sino también importantes elementos para levantar los muros, como tezontle, adoquín, cantera, ladrillo y piedra volcánica; logrando así abasto rico para alzar los fuertes muros de sus templos. Esta mezcla de piedras, hecho con los donativos o limosnas del pueblo, se convirtieron más tarde en gruesos y longevos muros llamados ‘Muros Limosneros’ cuyo uso se extendió a las casonas y otras construcciones no religiosas.

Agrega: “Hoy estos muros que respiran cuatro siglos de historia, nos envuelven para vivir una experiencia gastronómica con un estilo propio que se adapta a nuestra época. Un deleite a nuestros sentidos y pequeña muestra de la auténtica riqueza de la cocina mexicana. Limosneros colecciona ingredientes de nuestra tierra, una de las más abundantes y ricas del mundo, para convertirnos en los más complacientes anfitriones”.

 

CREACIONES QUERETANAS

Sala Vivé Brut y Sala Vivé Brut Nature están compuestas de uvas Macabeo, Pinot Noir, St. Emilion (Ugni Blanc) y Chenin. A la vista es un vino que luce lípido, brillante, de buena capa con tonos dorados y destellos platinados. Es de aromas muy francos a frutos secos y pan tostado característicos de su crianza, acompañados de una gama de fragancias a frutas blancas, cítricos y flores blancas.

En el paladar expone buena estructura y una acidez muy viva, la cual realza la corpulencia del producto. Muestra un pos gusto amplio aterciopelado, predominando las notas de crianza. Recomendado para maridar mariscos, pescados, carnes blancas, rojas e incluso postres tanto dulces como salados.

Sala Vivé Brut Rosé es un producto de uvas Pinot Noir y Cabernet Sauvignon. A la vista se presenta limpio y transparente, con un color rosado cereza, de burbuja fina y persistente formando una delicada corona. Es de aromas francos, a frutos rojos silvestres, matizado con notas delicadas a levadura. En boca luce fresco, ligero, de acidez alegre, con un paladar intenso y afrutado. Ideal como aperitivo para maridar o combinar con quesos semimaduros o botanas saladas, también es ideal para los postres sobre todo dulces que contengan frutas confitadas.

Hecho con uvas Macabeo, St. Emilion, Pinot Noir y Chenin, Sala Vivé Fruité es un vino espumoso para degustarlo a todas horas, como aperitivo o para acompañarlo con botanas especiadas y entrantes condimentados. También recomendado para los postres por su alta concentración de azúcar.

Expone buena limpidez y brillo, de tonos amarillo-paja pálida con destellos verdosos y un rosario muy fino de burbujas. En nariz es de aromas suaves a levadura, acompañados de una amplia sensación a fragancias de frutas blancas, cítricos y flores blancas. Al paladar es ligero, fresco y redondo. Con un pos gusto aterciopelado y largo de sensaciones sedosas que redondean los aromas encontrados en nariz.

 

Sala Vivé Millesimé 2005 es igualmente resultado de uvas Macabeo, St. Emilion, Pinot Noir y Chenin. Expone un color oro paja, con reflejos brillantes y una fina burbuja que forma una persistente corona. En nariz se muestra fresco, elegante con finas frutas, confitados y ligeras notas tostadas, especiadas con recuerdos a mantequilla y levadura. En gusto brinda una entrada suave, seca, equilibrada acidez, muy untuoso amplio cuerpo con una fina burbuja que realza su elegancia. Ideal con quesos maduros, pescados de profundidad como el salmón y atún bien salseados y en contraste con base de chocolate y frutos secos. También es idóneo con moles y adobos.