El domingo pasado aparecieron narcomantas en ocho municipios de Tierra Caliente en Michoacán. A diferencia de muchas otras que suelen colgar los cárteles para transmitir amenazas de muerte, éstas llevaban otro tipo de mensaje: la identificación del general (de policía) colombiano Óscar Naranjo como autor intelectual en la creación de las policías comunitarias, grupos paramilitares que surgieron en el último año bajo el apoyo tácito del gobierno. Naranjo se sumó al equipo del candidato Enrique Peña Nieto en la campaña presidencial como asesor de seguridad, y se mantiene en la nómina del gobierno.

 

Las denuncias en las narcomantas, en el contexto de la apología del delito, son mensajes que éticamente no deberían reproducirse. Pero estas narcomantas tienen un valor político y estratégico que revela que Los Caballeros Templarios, presuntos responsables de ellas, recibieron una información de calidad, muy sofisticada para sus estándares, que revela el armado del extraño rompecabezas michoacano, donde las tropas del Ejército en Michoacán, al mando del jefe de la XXI Zona Militar, con sede en Morelia, general Juan Ernesto Antonio Bernal Reyes, aparecen continuamente respaldando y protegiendo a las policías comunitarias.

 

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