Fresca en la memoria está el episodio de “Las Juanitas”, diputadas que una vez cumplida la toma de protesta y la cuota de género renunciaron al cargo para permitir que sus suplentes, todos ellos varones, ocuparan las curules. Por desgracia ese no ha sido el único ejemplo de simulación que ha padecido la vida pública de México.

 

En el ámbito de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) las cosas no están mejor. Un pendiente histórico es hacer justicia a Juana Inés de Asbaje, la mente más brillante que haya dado México, y quien tuvo que trasvestirse para poder acceder a estudios superiores. Jamás sabremos cuántas innovaciones científicas y literarias  (y hasta culinarias porque también escribió un recetario) habría aportado esa genial mujer de no haber sido obligada por el clero a recluirse.

 

A mediados de año, The New York Times publicó un interesante artículo titulado “¿Por qué todavía hay tan pocas mujeres científicas? (Why Are There Still So Few Women in Science?; ver: http://goo.gl/smcMbP) que describe un estudio realizado en la Universidad de Yale, según el cual presentaron a los tomadores de decisión candidaturas imaginarias de dos personas de distinto sexo pero con igualdad de capacidades. La mayoría de los profesores “estuvieron considerablemente más dispuestos a aceptar al hombre que a la mujer. En el caso de que ésta fuera elegida, fijaron su sueldo en 4,000 dólares por debajo de lo que percibiría el hombre al año”.

 

México celebra este año el 60 aniversario del voto femenino. Sin embargo, el 19 de octubre de 1953 esta no fue la noticia más importante en los medios nacionales sino el encuentro entre los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Dwight D. Eisenhower para inaugurar la presa Falcón en la frontera entre México y Estados Unidos.

 

Una idea de lo importante que es considerar la participación de la otra mitad del género humano en las decisiones trascendentes nos la dan los siguientes datos: en enero de 2013 el IFE notificó que eran mujeres 51.8% del total de solicitantes de inscripción o actualización en el padrón electoral. Por su parte, el INEGI reveló que en 2010, en México había 105 mujeres por cada 100 hombres; que seis de cada diez mujeres de 15 años y más, en localidades menores de 2,500 habitantes, enfrentaban rezago educativo al no haber concluido el nivel de secundaria.

 

La Encuesta de Ocupación y Empleo señaló que en 2012 nueve de cada diez mujeres de 14 años o más combinan sus quehaceres domésticos con trabajo fuera de casa. Y, a propósito del Día internacional de lucha para erradicar la violencia contra las mujeres, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares informó, en 2011, que 47% de las mujeres de 15 años o más habían sido víctimas de un incidente de violencia por parte de su novio, esposo o compañero en algún momento de la relación.

 

La sombra de la injusticia cometida contra Sor Juana Inés de la Cruz nos sigue hasta nuestros días. Todavía hace poco, las mujeres que se atrevían a estudiar y a desempeñarse en ingenierías, Derecho, Arquitectura y otras muchas áreas del conocimiento se les llamara ingenieras, juezas, abogadas, arquitectas, etcétera. Hasta en el futbol es casi una herejía llamar portera a la mujer que cuida la meta.

 

Este 6 de diciembre, el claustro en que Sor Juana fue recluida, y que hoy es la Universidad que lleva su nombre, será la sede de una reunión convocada por el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, AC (FCCyT), el INMUJERES, el CONACYT y la OCDE para compartir puntos de vista respecto de la cuestión de género en la ciencia, tecnología e innovación, así como las oportunidades para contribuir en políticas públicas respectivas. La entrada es libre y las actividades iniciarán en punto de las 09:00 horas.

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