Unos de mis restaurantes favoritos, en cuanto a estilos de restaurantes, son esos restaurantes de barrio. No son elegantes, ni ofrecen comida sofisticada, pero son lugares en los que uno puede comer bien sin gastar una fortuna y sentirse en casa. Son sitios, en donde envueltos en la informalidad, hay comida honesta y sencilla.

 

Recientemente, visité Bretón, ubicado en la Colonia Condesa. Sin duda este lugar reúne exactamente este criterio. El menú gira en torno a el arte de la rosticería, en donde uno puede comer desde una rica torta de vegetales rostizados a una deliciosa porchetta  de cerdo al hinojo. Sin duda, el menú es un poco confuso en cuanto al estilo, ya que manejan platillos mexicanos, orientales, caribeños, franceses y hasta del medio oriente. La verdad sea dicha, algunos más exitosos que otros, como lo fue la fabulosa idea de un tempura de huauzontles que en teoría suena espectacular, pero que en la realidad resultó bastante triste por su capeado espeso y pesado. Aún así, los platillos rostizados que preparan en este lugar son buenos, es más yo diría fabulosos.

 

El restaurante per se es muy agradable y cuenta con una pequeña zona de terraza que es ideal para matar una tarde con tu pareja o amigos. Además, el servicio muy atento aunque también es muy informal que se agradece en este tipo de restaurantes. Te sientes bienvenido e invitado a ya sea comprar un buen pollo rostizado para llevarte a casa o sentarte y charlar largo y tendido con tu pareja o amigos con una buena comida. No es el lugar en donde vas a probar lo último en propuestas culinarias, pero sí, comer bien con una excelente relación precio calidad. Me pareció que este lugar ofrece lo que uno esperaría de un restaurante ubicado en la Condesa, informal, no tan caro y auténtico.

 

Y hablando de propuestas culinarias, siempre reniego de los lugares que piensan que con invertir en una buena decoración y una buena ubicación, es más que suficiente para atraer a clientes, olvidándose de lo más importante, ¡la comida! Cuando oí por primera vez hablar del Bresca, ubicado en la zona de Polanco, la propuesta sonaba fenomenal: un lugar en donde en su terraza superior cultivaban algunos de los ingredientes preparados centrándose en la comida del huerto y la tierra.

 

Sin duda, el sitio está hermoso, sobre todo cuando uno visita su terraza que es más que agradable. Sin embargo, me dio la sensación de un lugar que tal vez en su momento empezó con altos bríos, pero que estaba empezando a reducirlos. El servicio era demasiado empalagoso y poco refinado. Nos tocó un mesero “simpático” que en ocasiones se excedía de confianzudo, sobre todo cuando quería exhibir su “gran” conocimiento de vinos y de técnicas gastronómicas. De entrada pedimos uno tiradito de pescado que estaba bueno y unos callos con chile habanero, que estaban tan picosos que el platillo resultó incomible al final. Lo triste fue ver como en la mesa contigua, pidieron el mismo platillo y también lo dejaron por estar demasiado picoso.

 

El utilizar ingredientes picosos en un platillo es todo un arte y debe utilizarse con mesura si lo que busca uno es resaltar los sabores de los ingredientes principales. De segundo tiempo, pedí el cordero y aunque estaba cocinado fenomenalmente a término, venía acompañado de berenjenas, calabazas y un espárrago cocinados al vapor y aderezados con una mezcla de hierbas, así como jitomates cherry fríos que me recordaron más al refri que al huerto. Esta presentación en particular me recordó a un platillo de las bodas de los ochentas sin mucho chiste.

 

Para terminar pedimos la tabla de quesos. El mesero se acercó a nuestra mesa y nos ofreció algunos quesos de ciertas regiones. Cuando llegó a nuestra mesa, resultó tener quesos distintos a los que nos habían dicho originalmente. Además, en cierto tipo de establecimientos, para cualquiera que aprecie el arte de terminar una comida con quesos, entenderá que es fundamental degustarlos empezando por los de menor intensidad y terminando con los de mayor intensidad. En Bresca, el plato venía amontonado y desarreglado, mezclando los distintos quesos, sin el más mínimo respeto por dejar al comensal disfrutar de la pureza de sus sabores.

 

Nunca entendí dónde estaba ese respeto por los ingredientes que profesan, por los sabores, por las mejores técnicas que los hagan brillar. La materia prima me pareció mediocre y la promesa al final del día, no cumplió. Es triste ver cuando hay una inversión tan fuerte y literalmente como dicen, “del plato a la boca, se cae la sopa”. Cuando pienso en lo que pagué y lo que recibí, en mi opinión es muy caro para lo que en realidad ofrece. Sin duda, hay mejores restaurantes en Polanco, con mucho mejor comida. Este restaurante me decepcionó para su barrio.

 

Así, la Navidad se acerca. Sin duda, para esta época, Bretón estará en mi lista de restaurantes para visitar con amigos y familiares, sobre todo cuando busque las 3 B’s: Bueno, Bonito y Barato. Por lo que respecta a Bresca, creo que mejor paso la siguiente vez. En el barrio de Polanco, con tantas opciones, si uno va a gastar, ¡mejor que valga la pena!

 

Espero que tengas un muy buen día y recuerda ¡hay que buscar el sabor de la vida!

 

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Bretón Rosticeros
www.bretonrosticeros.com

Zamora 33, Col.Condesa

Tel. 5211-7196

 

Bresca

Goldsmith 101

Col. Polanco Reforma

Tel. 5281-4030