Tras un despliegue de tropas de última hora en el primer cuadro del Centro Histórico, se celebró la ceremonia de condecoraciones militares que preside el presidente Enrique Peña Nieto en la explanada del Zócalo capitalino, con motivo del 103 aniversario de la Revolución Mexicana.

 

Esta ceremonia oficializa los ascensos en las filas de las fuerzas armadas, y en ella está acompañado por los titulares de las secretarías de Marina, Vidal Soberón; y de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda.

 

El mandatario federal presenció un pequeño desfile militar, que no se compara con festejos deportivos de antaño y pronunciará un discurso.

 

El presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Raúl Cervantes, hizo un reconocimiento a las Fuerzas Armadas del país y refrendó que la Cámara alta seguirá participando con responsabilidad desde la actividad parlamentaria con debates democráticos y construyendo acuerdos.

 

Al participar en la ceremonia de entrega de ascensos y condecoraciones en el marco del 103 aniversario de la Revolución Mexicana, que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto, dijo que la Patria siempre necesita de héroes, buenos ciudadanos que con ejemplaridad motiven y guíen, “y estoy seguro que en estos y muchos de ustedes lo tienen”.

 

Desde la víspera las autoridades aeroportuarias anunciaron la suspensión de actividades del aeropuerto de esta capital durante dos horas, por este motivo.

 

Aquí el discurso íntegro del presidente Enrique Peña Nieto:

 

Señoras y señores.

 

Muy buenas tardes.

 

Quiero saludar la presencia de los titulares de los Poderes Legislativo y Judicial de nuestro país.

 

Al señor General Secretario de la Defensa Nacional.

 

Al señor Almirante Secretario de Marina.

 

Los señores integrantes del Gabinete del Gobierno de la República.

 

Al señor Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

 

A los señores Generales, Almirantes, Jefes, Capitanes, Oficiales, Tropa y Marinería.

 

Señoras y señores.

 

Señores representantes de los medios de comunicación.

 

Hoy, es un día de fiesta nacional, celebramos el 103 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana.

 

Rendimos homenaje a mujeres y hombres que lucharon hasta, incluso, entregar su vida, inspirados por el anhelo compartido de libertad, justicia y democracia.

 

Recordamos a Francisco I. Madero y su cruzada en favor de los derechos democráticos; a Francisco Villa y su combate contra la injusticia; a Emiliano Zapata y su defensa de la tierra y la libertad.

 

Tenemos presente a los hermanos Flores Magón y su reivindicación de los derechos laborales; a Venustiano Carranza y su lucha por restablecer el orden democrático.

 

Rememoramos, también, a Álvaro Obregón y su respaldo a la educación pública; a Plutarco Elías Calles y su visión institucional.

 

La Constitución de 1917, el gran legado de la Revolución Mexicana, sentó los cimientos para recuperar la paz y refundar la Nación, con base en la legalidad y la vida institucional.

 

Nuestra Carta Magna fue la primera en el mundo en sumar libertades individuales y derechos sociales.

 

En ella se manifestó la decisión de nuestra sociedad de preservar la soberanía nacional, lograr la justicia social para campesinos y obreros, y ofrecer educación gratuita a niños y jóvenes por igual en todo el país.

 

En nuestra Ley Suprema quedó grabada la determinación del pueblo para garantizar una vida digna a cada habitante y, desde luego, hacer realidad la democracia, exigencia que detonó el Movimiento de 1910.

 

Bajo su guía, mexicanos hemos creado instituciones que atienden los derechos de los trabajadores y sus familias.

 

Hemos edificado amplios sistemas de educación, salud, seguridad social.

 

Hemos construido infraestructura para el bienestar y progreso de las distintas regiones del país.

 

Precisamente, una de las instituciones creadas por el movimiento revolucionario es el Ejército Mexicano. La creación de esta gran institución militar fue la respuesta patriótica de Venustiano Carranza ante la ruptura del orden constitucional, cuya expresión más dolorosa fue el cobarde asesinato del Presidente Francisco I. Madero.

 

La primera misión cumplida de nuestros soldados fue restaurar el régimen institucional y reivindicar la voluntad democrática de la ciudadanía.

 

Desde entonces, el Ejército Mexicano ha escrito páginas de gloria en defensa de nuestras instituciones, la Constitución y la República.

 

Ha sido factor de cohesión, estabilidad y desarrollo para el país. Ha sido una fuerza en favor de la paz y la tranquilidad de la población

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Por eso, en su honor, 2013 se ha declarado Año de la Lealtad Institucional y Centenario del Ejército Mexicano.

 

Como Presidente de la República ha sido muy satisfactorio ver que este reconocimiento, en él hemos coincidido los Poderes de la Unión, los tres órdenes de Gobierno y la sociedad en general.

 

Éste es, sin duda, un merecido homenaje a todos los integrantes de las Fuerzas Armadas.

 

En el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, tenemos instituciones militares a la altura de nuestros tiempos y desafíos.

 

Una Nación que recuerda y valora su pasado es capaz de tomar las riendas de su propio destino.

 

Los mexicanos tenemos conciencia histórica y revolucionaria, por eso hemos comenzado la conmemoración de la Revolución Mexicana honrando a quienes tienen la elevada encomienda de proteger los valores supremos de la Patria.

 

Celebro que hoy estemos aquí, en la Plaza de la Constitución, para reconocer y condecorar a quienes preservan los ideales que nos identifican a todos: la paz y la unidad, la justicia y la libertad, la soberanía y la independencia.

 

Los mexicanos nos sentimos muy orgullosos de contar con Fuerzas Armadas leales y patriotas. Con su firme convicción republicana ustedes salvaguardan la integridad de nuestro territorio y la seguridad interior del país.

 

Con su espíritu solidario ustedes auxilian a la población civil en casos de desastre y desempeñan una ejemplar labor social.

 

Como Presidente de la República y como su Comandante Supremo, me honra entregar reconocimientos a integrantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

 

Felicito a quienes este día en términos de ley han recibido ascensos por su permanente formación, brillante desempeño e invariable profesionalismo.

 

Valoro el compromiso con que sirven a la Patria, así como su elevado sentido del deber y de la responsabilidad.

 

Estoy orgulloso, también, de condecorar a integrantes de nuestras instituciones militares, por sus valiosos servicios a la Nación, así como por sus logros deportivos.

 

Por su tenacidad y constancia, ustedes son ejemplo para millones de mexicanos, son un testimonio vivo de la gallardía en el cumplimiento del deber y de entereza ante la adversidad.

 

Con la entrega de ascensos y condecoraciones, el Gobierno de la República reconoce la valiosa labor del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea en la construcción de un mejor país.

 

Siempre que la Patria los ha necesitado han acudido a su llamado con diligencia, valentía y eficacia.

 

En todo momento y frente a cualquier circunstancia le han cumplido a México y a todos los mexicanos.

 

Así como en la Revolución, cientos de miles de mujeres y hombres se movilizaron para construir un mejor país, los mexicanos de esta generación tenemos la oportunidad histórica de transformar a México a partir de las instituciones.

 

Vivimos un momento de cambio profundo en el que cada mexicano y cada sector de la sociedad estamos llamados a hacer nuestra parte en favor de la Nación.

 

La responsabilidad del Gobierno de la República está en señalar el rumbo, en proponer soluciones y crear las condiciones necesarias para que todo mexicano pueda desarrollarse plenamente.

 

Con base en el diálogo, el entendimiento y el acuerdo, hemos decidido transitar por el camino de las reformas transformadoras para realizar los cambios de fondo que exige la ciudadanía y, sobre todo, que demanda nuestro país.

 

Son reformas para adecuar nuestras instituciones a los nuevos tiempos, a los nuevos retos, a las nuevas oportunidades que tenemos como sociedad y como Nación.

 

Necesitamos transformar nuestras instituciones políticas, económicas y sociales para lograr un Estado eficaz y, sobre todo, una democracia de mayores resultados.

 

Una democracia con capacidad para construir una verdadera sociedad de derechos en la que cada mexicano goce en su vida diaria los derechos que le reconoce nuestra Constitución.

 

Con este objetivo en mente, hemos venido trabajando con los Poderes de la Unión, con los órdenes de Gobierno, con las principales fuerzas políticas y con la ciudadanía en su conjunto.

 

Estamos sumando y coordinando esfuerzos para alcanzar un México en paz; lograr un México incluyente; tener un México con educación de calidad; construir un México próspero y consolidar un México con responsabilidad global.

 

Éste es el México que exige y merecen la mayoría de los mexicanos y por el que hemos estado trabajando desde el primer día de Gobierno.

 

Señoras y señores:

 

En el 103 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana refrendamos el origen revolucionario y el compromiso de justicia social de nuestras instituciones.

 

Los valores de este histórico movimiento popular son nuevamente fuente de inspiración para el Gobierno de la República.

 

En ellos encontramos un fuerte aliento para seguir impulsando políticas públicas, que nos permitan lograr un país con mejores oportunidades de desarrollo para todos los mexicanos.

 

En sus motivaciones hallamos un gran ejemplo para enfrentar la desigualdad y generar condiciones de justicia en su más amplio sentido social.

 

En la vida y la obra de quienes alentaron la causa revolucionaria, hay lecciones de determinación que nos vuelven a concretar hoy los cambios que demandan las grandes mayorías de mexicanos, por encima de cualquier interés personal o de grupo.

 

Con paz, democracia y sólidas instituciones, nuestro país transita hacia una nueva etapa de su desarrollo.

 

Con la misma energía y esperanza de los mexicanos de hace un siglo, estamos listos para hacer de México la Nación próspera, justa e igualitaria que hemos anhelado.

 

Muchas gracias.