WASHINGTON. Lo que hubiera sido el primer cierre de operaciones del gobierno de Estados Unidos en 17 años llegó a su fin cuando el Senado aprobó con 81 votos a favor y 18 en contra, un acuerdo sobre un proyecto de ley bipartidista para reabrir el gobierno tras 16 días de parálisis y elevar el techo de la deuda, generando expectativas de que el país logre evitara caer en default

 

En breves declaraciones alrededor de las 7:30 pm, después que el presidente Obama instó al Congreso la noche del miércoles para centrarse en asuntos de inmigración y el presupuesto durante lo que queda del año, felicitó el acuerdo, “quiero agradecer a los líderes del Senado por unirse y sacar esto adelante”.

 

“Espero que todo el mundo haya aprendido que no hay razón para que no podamos trabajar en conjunto y que para la próxima vez no haya que esperar hasta última hora para resolver el problema”. dijo Obama.

 

El proyecto acordado por senadores demócratas y republicanos eleva el techo de la deuda hasta el 7 de febrero y otorga fondos para reabrir a la administración federal, que está paralizada desde principios de mes, hasta el 15 de enero, anunció el líder de la mayoritaria bancada senatorial demócrata, Harry Reid.

 

En su primera reacción por la tarde, la Casa Blanca saludó el entendimiento y “felicitó” a los senadores demócratas y republicanos que lo lograron.

 

El texto, que Reid negoció con el líder de la bancada republicana, Mitch McConnell, contempla formar un comité bipartidista de trabajo en el Congreso para debatir y lograr un acuerdo en cuanto a un presupuesto definitivo, que debería ser presentado para mediados de diciembre.

 

Al anunciar el acuerdo desde el recinto del senado, Reid dijo que la cooperación de McConnell fue “esencial” para cerrar las negociaciones bipartidistas y resaltó que este no era “momento de dedos acusadores o de culpas” sino “momento de reconciliación”.

 

Las discusiones por el riesgo de default dejaron en superficie la división que impera en las filas republicanas en la Cámara baja, sobre todo entre el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner y el ala más radical del partido, representada por el movimiento ultraconservador Tea Party.

 

La doble crisis de Estados Unidos comenzó hace dos semanas cuando el Tea Party condicionó su aprobación del presupuesto a desfinanciar la ley de salud promulgada por Obama en 2010, algo que los demócratas rechazaron y que provocó el cierre de la administración federal por falta de fondos.

 

Sin embargo, en los últimos días los republicanos fueron renunciando a la mayoría de sus exigencias al ritmo de una fuerte caída en los sondeos de opinión, que mostraban que una mayoría de los estadounidenses los cree responsables de la crisis.

 

Boehner, había asegurado este miércoles que los republicanos en la Cámara Baja no bloquearán la ley que salga del Senado para elevar el techo de deuda y acabar con el cierre del Gobierno.

 

El martes, Boehner presentó dos propuestas para competir con la del Senado que también permitían reabrir el gobierno y evitar un default, pero fueron rechazadas por la Casa Blanca e incluso por los congresistas republicanos más radicales, lo que evidenció la incapacidad del presidente de la Cámara de controlar a su tropa.

 

Reid criticó fuertemente la jugada de Boehner de presentar una propuesta rival a la del Senado y lo acusó de ser un rehén del Tea Party -que podría no renovarle su apoyo para que siga siendo presidente de la Cámara- y de querer salvar su pellejo político a expensas de Estados Unidos.

 

Esto llevó incluso a que en los pasillos del Congreso resurgiera el fantasma de 1997, cuando un reducido grupo de republicanos, Boehner entre ellos, se reunió para discutir la posibilidad de sacar de su puesto al entonces presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.

 

El encuentro no sólo resultó truncado sino que además dejó al representante de Ohio lejos del liderazgo que entonces ostentaba.

 

Ocupando uno de los lugares de mayor poder en Estados Unidos, Boehner volvió a ser el centro de las miradas con la presión puesta en los legisladores republicanos de la Cámara baja, como responsables de evitar que el país entre en cesación de pagos y de garantizar la reapertura del gobierno.

 

Con una de las figuras más conservadoras del Senado y el líder de los republicanos en esa cámara listos para sortear el default, se esperaba que la oposición en diputados anunciara lo que, en definitiva, será el destino del país en las próximas semanas.

 

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