WASHINGTON. El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, alertó que estamos cerca de un momento muy peligroso para el mundo.

“Cuanto más nos acerquemos a la fecha límite, mayor será el impacto en los países en desarrollo”, alertó Kim en unas declaraciones al cierre de la asamblea conjunta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en Washington.

 

“Podría ser un evento desastroso para el mundo en desarrollo y eso a su vez dañaría gravemente también las economías avanzadas”, afirmó Kim en referencia a la moratoria que tendría lugar si Estados Unidos no amplía el tope de la deuda federal de 16.7 billones de dólares que se espera se alcance el próximo 17 de octubre.

 

El cierre parcial de los servicios del Gobierno de Estados Unidos y, sobre todo, la falta de un acuerdo para aumentar el tope de la deuda fueron los temas dominantes de la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial que se celebró en Washington.

 

Sin embargo, esto no influyó entre los senadores republicanos estadunidenses, quienes volvieron a bloquear el fin de semana una propuesta demócrata para extender el límite de la deuda hasta después de las elecciones legislativas que tendrán lugar en noviembre de 2014, mientras que la Casa Blanca se niega a aceptar la opción republicana de elevar el techo de deuda durante solo seis semanas.

 

Los líderes económicos globales dejaron ayer Washington, sin que las dudas sobre la incertidumbre fiscal en Estados Unidos hayan sido disipadas, pese a los llamamientos insistentes en la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, y con una advertencia a los emergentes para que se preparen para tiempos menos favorables.

 

“Estados Unidos necesita tomar acciones urgentes para encarar las incertidumbres fiscales a corto plazo”, subrayó Christine Lagarde, directora gerente el Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

Durante la semana de reunión, los ministros de Finanzas y banqueros centrales de los 188 países miembros del FMI pudieron comprobar en primera persona los problemas que encara la primera potencia económica global que, por si fuera poco, también vive un cierre parcial de la Administración federal fruto de los desencuentros sobre política fiscal.

 

Asombrado por esta situación se mostró el ministro colombiano de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien afirmó en una entrevista que todo parece muy desordenado en Washington, después de participar en varias reuniones ministeriales.

 

También el G20, que agrupa a las veinte primeras economías mundiales, advirtió de la urgencia de un acuerdo fiscal en Estados Unidos al concluir su habitual cumbre y redobló la presión sobre Washington.

 

De este modo, la asamblea anual del Fondo desvió el foco de atención desde Europa, cuya crisis económica había concentrado las preocupaciones globales en sus últimos encuentros, hacia al otro lado del Atlántico.

 

Así lo comentó Jacob Kirkegaard, investigador principal del Peterson Institute for International Economics.

 

“Estados Unidos se ha visto culpado por poner en riesgo la recuperación global, justo igual que la zona euro en los años recientes”, dijo Kirkegaard.

 

El otro aspecto fundamental de los encuentros fue la preocupación expresada en el seno de la institución financiera internacional por los efectos de la posible retirada por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos del multimillonario programa de compra de bonos antes de finales de año.

 

La reciente volatilidad puede generar desafíos en algunos países emergentes, reconoció Lagarde, quien instó a que recurran a la flexibilidad de los tipos de cambio y medidas macroprudenciales.

 

En este sentido, el presidente del banco central de Brasil, Alexandre Tombini, defendió la renovada resistencia de los emergentes y replicó que no se debe olvidar que están en una posición mucho más fuerte ahora, al citar los mejores fundamentos económicos, un tipo de cambio más flexible, y mayores reservas internacionales.

 

Aunque eso está por verse.