EL PASADO 29 DE AGOSTO, LA NOTICIA SORPRENDIÓ A MILLONES DE PERSONAS: un joven de 26 años, con 80 kilos y una estatura de 1.83 metros, sería recordado por la historia por ser el primer mexicano en conseguir una medalla en una prueba de campo. Luis Rivera, luego de varios intentos, alcanzó la medalla de bronce en la final de salto de longitud del Mundial de Atletismo, celebrado en Moscú, al lograr una marca de 8.27 metros.

 

Días después, escribía un correo que, por su tono narrativo, parecía ser un mensaje con todo el objeto de trascender: “Me siento muy orgulloso de ser mexicano y ser borrego. Gracias a esa filosofía de hipoteca social, regresaré a mi tierra, Agua Prieta, Sonora, para crear una fundación y así becar a muchachos talentosos que tienen la capacidad para destacar en el deporte”.

 

El correo iba dirigido a David Noel, profesor del Tec de Monterrey, donde Luis estudia un Doctorado en Ciencias de la Ingeniería. El mail llevaba un contenido de fondo para él que es un personaje clave: es el Rector del Tec.

 

Con esta misión, y después de 70 años de su fundación, el Tec trabaja en una estrategia para formar a sus alumnos bajo un perfil que, a grandes rasgos, se manifiesta a través de una educación que fomenta la especialización pero también la ética y el compromiso social; en otras palabras: la gestación de profesionales que resuelvan conflictos, que tengan la habilidad para adaptarse a un mundo cambiante y competido, que no sean “robots” sino personas preocupadas por mejorar su entorno.

 

Las palabras de Luis Rivera tienen eco en su Universidad.