SAN PETERSBURGO. Miembros del grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), reunidos informalmente en el marco de la cumbre del G20 que se celebra en San Petersburgo, criticaron duramente el espionaje electrónico de sus comunicaciones telefónicas e internet.

 

“Se expresó una postura muy dura ante el espionaje de algunos países contra los países BRICS” y se llegó incluso a comparar con terrorismo la actividad que desarrollan algunas agencias de inteligencia, señaló en rueda de prensa el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov. Los cinco países más pujantes del mundo propusieron “buscar un equilibrio en la libertad de internet”, señaló el vocero.

 

En tanto, en Bruselas, la comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo (PE) inició una investigación sobre la vigilancia masiva de datos de los ciudadanos europeos con un debate en el que participaron periodistas que contribuyeron a difundir el escándalo. En la primera audiencia, encaminada a determinar el alcance del espionaje estadunidense a la Unión Europea (UE) y sus ciudadanos, participó el editor jefe del diario británico The Guardian, Alan Rusbridger, que reveló la existencia del programa PRISM de la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense (NSA).

 

En una videoconferencia, Rusbridger explicó que, a diferencia de los tiempos de la Guerra Fría, cuando el espionaje “afectaba a los Estados, estaba bien canalizado y utilizaba técnicas muy especializadas”, lo que ha ocurrido en “los últimos 10 o 15 años” es que “ha habido una confabulación entre los Estados y las empresas”.

 

Otro participante fue Jacob Appelbaum, periodista de investigación especializado en programas informáticos, que alertó de que los sistemas existentes constituyen el mayor tipo de vigilancia mundial jamás visto.

 

Advirtió que los programas de recogida masiva de información privada controlan a millones de personas, de entre las cuales los terroristas son una excepción.

 

Por su parte, el periodista del diario francés Le Monde Jacques Follorou, explicó que se espía a “cualquiera que se crea que puede ser un atentado para la seguridad del Estado”.

 

Follorou denunció que muchos reporteros han terminado asumiendo que “no es tan raro que un país se dote de métodos” para vigilar a sus ciudadanos, y que den por hecho que la información recopilada es objeto de un buen uso.

 

“Confiemos en que el trabajo de la Eurocámara haga nacer una toma de conciencia”, indicó.