El pasado domingo 7 de julio nos enteramos de las inconsistencias del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Estatal Electoral de Baja California, reconocidas por sus propias autoridades, así como de las reacciones de las diferentes fuerzas políticas en dicho estado y de diversos medios de comunicación.

 

Las fallas del PREP incorporaron de forma inmediata, como en otros casos similares, un elemento de incertidumbre y desconfianza, ante la operación inconsistente de un programa que tenía la finalidad de proporcionar información, en grados de avance, sobre los resultados de las elecciones, a efecto de que los partidos políticos contaran con elementos de convicción numéricos.

 

La asimilación gradual de los resultados crea un clima que, en momentos determinados, coadyuva que los partidos acepten, en su caso, la derrota en las urnas y levanten el brazo triunfador de otro instituto político.

 

De esta forma, la publicación oficial de resultados electorales es un momento crucial en todo proceso electoral, ya que con ella se determina legalmente el partido político, coalición, alianza o candidato ganador. Todos los esfuerzos desarrollados durante las precampañas y campañas se materializan al hacerse efectivo el sufragio, al clasificarse por preferencias y al totalizarse los votos.

 

En términos legales, los resultados electorales significan lo mismo para todos, pero desde un punto de vista particular, tienen diferentes dimensiones y grados de importancia. Para algunos representa la cuantificación de años de trabajo social y político; para otros implica la evaluación de la estrategia electoral; en unos casos los votos se traducen en prerrogativas o en espacios de representación popular.

 

En otros escenarios, implica la permanencia o renuncia de algún dirigente partidista, la reestructuración o ajuste de un programa de trabajo, la ratificación de una plataforma de gobierno, el anuncio de una tendencia electoral que podrá ser o no reversible, la reivindicación histórica de la lucha política e ideológica cuando se gana por primera vez un ámbito geográfico electoral, o la recuperación de un territorio político.

 

La lista de significaciones que tienen los resultados electorales podría ser más larga y focalizada, según corresponda al territorio nacional, a una circunscripción, a una entidad federativa, a un municipio o delegación (en el caso del Distrito Federal) e, incluso, a una colonia, sección electoral, manzana, predio o unidad habitacional.

 

Sin embargo, lo dicho hasta aquí basta para explicar la importancia que revisten los resultados electorales y para entender por qué los actores involucrados en un proceso electoral proporcionan un seguimiento detallado al avance en los cómputos que proporciona la autoridad electoral, estudian las actas electorales que reciben sus representantes, cotejan los resultados y preparan la interposición de medios de impugnación.

 

De ahí que los organismos electorales prevean áreas encargadas de un PREP, la contratación de empresas que lo instrumenten o, como en el caso del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), un Programa de Resultados Electorales Parciales (que no preliminares), el cual proporciona resultados oficiales desde el mismo día de la jornada electoral, mediante una arquitectura informática diseñada a detalle y puesta a punto después de varios simulacros.

 

En el ámbito parlamentario ya se han escuchado voces que sugieren incorporar el tema “PREP” a la reforma política; en mi concepto no estaría demás que la norma estableciera la obligatoriedad de que sean los propios organismos electorales que, con su infraestructura, se hagan cargo del PREP, pero además, que el legislador pueda analizar que dicho PREP sea a su vez el modelo de los cómputos de las elecciones una vez finalizada la jornada electoral, esto, desde mi punto de vista, generaría mayor certeza en los procesos electorales, sobre todo ante elecciones que, en algunos casos, son cada vez más competidas.

 

En este sentido, nuestra vida política se enfrenta cada vez más a un entorno complejo en el que los “empates”, ahora “técnicos” dependiendo de la distancia porcentual entre una fuerza política y otra, se resuelven con el recuento de votos y procedimientos especiales. En estos días de especialización de los temas electorales, con la debida proporción del caso, se antoja como una remembranza el artículo 44 de la Ley Electoral de 1911:

 

“… En caso de que dos o más candidatos tuvieren el mismo número de votos, en el acto se sortearán sus nombres y se declarará electo al que resulte favorecido por la suerte…”.

 

No regresemos a estos conceptos, hoy por hoy, la publicación efectiva de resultados electorales es un broche de oro y una corona de laurel y olivo para los  institutos electorales. Si falla este momento crucial, la ciudadanía y los actores políticos olvidarán rápidamente todos los logros obtenidos durante la etapa preparatoria de la elección y levantarán la bandera de la desconfianza y la suspicacia.

 

Un PREP exitoso, sea con resultados preliminares o con resultados parciales inmediatos como los del IEDF, se mide por su capacidad para integrar, validar y difundir, inmediatamente, resultados electorales confiables ante los partidos políticos y la opinión pública, de tal forma que sean incuestionables.

 

*Analista Político y Ex Consejero

Electoral del IEDF