La violencia se expande territorialmente como una epidemia, por lo que diversos estudios promueven su análisis y tratamiento con un enfoque epidemiológico que permite reconocer los elementos que facilitan su transmisión y los que la contienen.

 

La idea fue presentada la semana pasada durante el taller “Soluciones integrales para la prevención del delito y la violencia”, organizado por el Banco Mundial en Cali, Colombia, en donde hubo un reconocimiento explícito de que la violencia no puede ser controlada únicamente con estrategias policiacas y militares.

 

En el evento al que acudieron alcaldes, representantes de organizaciones ciudadanas y funcionarios de Estados Unidos y Latinoamérica, se planteó que bajo un enfoque epidemiológico se requieren diagnósticos profundos para determinar y combatir las causas del problema en vez de quedarse en el combate de los síntomas. El modelo sustituye las políticas reactivas de los gobiernos con políticas públicas integrales y transversales.

 

El enfoque epidemiológico permite reconocer los elementos que facilitan la transmisión de la violencia y los que la contienen. Los primeros se dividen en dos grupos: los conductuales cuyo impacto es mayor sobre los niños como la violencia intrafamiliar, o la del entorno escolar y los del entorno como el inadecuado desarrollo urbano, la desigualdad económica, el acceso a armas y a drogas, y presencia de violencia en los medios y videojuegos.

 

Como estos elementos no pueden ser erradicados de golpe, se plantea la promoción de factores de protección (el deporte, el arte, y las habilidades sociales por ejemplo) que refuercen el “sistema inmunológico” de cada persona y de cada comunidad.

 

A partir de estos enfoques se deducen al menos cinco objetivos sujetos de atención: atención a niños y jóvenes, desarrollo comunitario, estrategia policía y tecnología para la seguridad.

 

En el rubro de atención a menores se asume que éstos tienden a repetir el comportamiento de los padres. La propuesta es diseñar políticas que ayuden a los padres a evitar la violencia contra los menores y enfrente de ellos; enseñarles a resolver conflictos y explicarles la importancia de proteger a la población vulnerable, no atacarla.

 

En lo que se refiere a la atención a los jóvenes el énfasis es no criminalizarlos y buscar mecanismos de diálogo para evitar la violencia. Se ha observado que la violencia en este sector se debe, principalmente, al alto componente de impulsividad de los jóvenes que, mezclada con drogas y/o alcohol y dado el acceso a armas, garantizan que un conflicto personal menor termine en tragedia. Este análisis diferencia el trato a pandillas de la que se da a jóvenes vinculados con el crimen organizado.

 

Respecto al rubro de desarrollo comunitario, el trabajo sobre este tema tiene un énfasis sobre el impacto del pobre desarrollo urbano sobre la violencia. Destacan dos propuestas, la primera son las intervención municipales focalizadas para mejorar espacios públicos, pavimentación e iluminación; la segunda, enseñar a las comunidades a desarrollar sus propios esquemas de prevención independientemente del apoyo de sus autoridades.

 

De la estrategia policiaca, la propuesta parte del modelo colombiano de policía por cuadrantes, donde el agente tiene una interlocución constante con la comunidad.

 

Finalmente, en el rubro de tecnología para la seguridad este apartado hace énfasis en la importancia del uso efectivo de este recurso, necesario más no suficiente para reducir la violencia.

 

En el encuentro inaugurado por el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, y al que acudió Oscar Naranjo, asesor del presidente Enrique Peña, sí como funcionarios  de Cuernavaca, Matamoros, Ecatepec, Ciudad Juárez y de la Secretaría de Gobernación y Sedesol, la coincidencia fue la necesidad de incorporar estrategias de prevención en los distintos órdenes de gobierno.

 

Ante la presencia de organizaciones como Causa en común, Lantia, y Cauce Ciudadano se aceptó que las políticas de prevención (entendidas como combinaciones de política social) son necesarias más no suficientes para erradicar la violencia. El crecimiento económico, la solidez de la fuerza pública y el apego a la ley son indispensables.

 

Otro consenso giró en torno al hecho de que la violencia se aprende por lo que se hace énfasis en el trabajo con niños y jóvenes. En este sentido, las casas y las escuelas son territorio de intervención importante.