Tras la muerte de Isaac Saba Raffoul el negocio de Grupo Casa Saba, la distribuidora de medicamentos más importante de México, entró en un abismo y en malos manejos, asegura Moisés Saba Ades, hijo mayor del empresario.

Platica con 24 HORAS vía telefónica desde Estados Unidos, tras la frecuente filtración de noticias a la prensa mexicana sobre una disputa por la herencia del emporio edificado por su padre. En los diarios se leen columnas y notas acerca del pleito familiar por una herencia millonaria, que no tienen fuente o destinatario concreto.

 

Sí existe una pelea por una herencia en los tribunales mexicanos valuada en aproximadamente tres mil millones de dólares, señala quien fuera vicepresidente de la distribuidora de medicamentos hasta abril de 2009.

 

Moisés Saba Ades vive desde hace tres años en la Unión Americana alejado de todos los negocios de su padre y administra un negocio inmobiliario de centros comerciales.

 

“En el momento en que enterramos a mi papá comenzó a volar y hacerse pedazos el negocio de Casa Saba y Grupo Xtra”, afirma el hijo mayor del patriarca.

 

El 27 de julio de 2008, Isaac Saba Raffoul murió a la edad de 84 años de edad, en la Ciudad de México, víctima de cáncer.

 

Su carrera empresarial comenzó en los años cincuenta, cuando él y su familia atendían un negocio en el mercado de La Lagunilla, en el Distrito Federal, y en el que comercializaban telas para abastecer a los empresarios del sector de los espectáculos.

 

Isaac Saba fue consejero y accionistas de la desaparecida Banca Promex, también fue miembro del consejo de administración de Ixe Grupo Financiero, Finamex Casa de Bolsa, Grupo Financiero Finamex y del diario El Universal.

 

El dueño de Casa Saba estuvo en la lista de Forbes, que en 2008 le calculó una fortuna de dos mil 100 millones de dólares, riqueza que lo posicionó como el sexto mexicano más rico y el 573 en el mundo.

 

En mayo de 2009, la herencia de Saba Raffoul fue llevada por sus hijos a los tribunales.

 

Desde entonces a la fecha, Moisés Saba Ades, hijo mayor del finado, asegura que sus hermanos Alberto y Manuel, junto al notario público Ignacio Morales Lechuga, se valieron de la condición del empresario para arreglar el testamento antes de su muerte.

 

Moisés Saba Ades presentó una demanda mercantil para impugnar el fideicomiso F/709 en Ixe Banco, y declaró que los testamentos dictados a Morales Lechuga no fueron inscritos en el registro correspondiente y fueron realizados cuando su padre estaba “confuso y desorientado”, por lo que carecen de legalidad.

 

La distribuidora se fundó en 1982 como farmacia la Botica Americana en Tampico, Tamaulipas, y actualmente comercializa y vende medicamentos en México, Brasil y Chile.

 

—¿Su salida respondió a que tenía miedo por la pelea?

 

—No podía seguir pelando con mis hermanos ni con Morales Lechuga ni contra el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

 

“Casa Saba era un emporio, porque mi padre tenía el control y entregaba puntualmente todos sus informes financieros a la Bolsa de Nueva York y a la Bolsa Mexicana de Valores”, recuerda.

 

“Cuando muere mi papá, Manuel Saba Ades tomó las riendas y comenzaron las malas decisiones de negocio. Compró la empresa Drogasmil en Brasil, cuya inversión fue de 130 millones de dólares, pero no fue negocio por las pérdidas y terminaron por venderla en 40 millones de dólares”, lamenta Moisés Saba Ades.

 

Los actuales administradores pujaron por quedarse con Farmacias Benavides, pero la chilena Farmacias Ahumada se las ganó y como vio que no era negocio se la dejó a Manuel Saba, presidente del consejo de administración de Grupo Casa Saba.

 

“Los actuales controladores de la empresa quisieron tener a toda costa el poder, pero carecen de una estrategia de negocio y la únicos que han ganado son los brokers”, expresa.

 

Recientemente la empresa se deslistó de la Bolsa de Nueva York, incluso fue suspendida en la Bolsa Mexicana de Valores por no entregar reportes financieros del año pasado, recuerda.

 

—¿Qué queda del emporio en 2013?

 

—Los edificios y terrenos en avenida paseo de la Reforma, en el Distrito Federal, siguen teniéndolos. Aunque el predio ubicado en enfrente de la Estela de Luz fue vendido a Bancomer y no pudieron hacer esa transacción, porque no tienen una adjudicación del juez.

 

—¿Sigue siendo negocio la distribución y venta de medicamentos en México?

 

—El negocio dejaba como 3% de utilidad, según como sea manejado. Mi padre era experto en el cuidado de los gastos, pero Manuel, mi hermano, tuvo una ambición desmedida, que lo ha llevado a una mala administración. Actualmente, es un negocio difícil y competido, porque las farmacias empezaron a desaparecer por la llegada de los centros comerciales y centros de autoservicio. A Grupo Xtra no lo han tocado mucho, si vendieron dos o tres cosas, pero hasta ahí.

 

Explica que Xtra operaba textileras en el estado de Hidalgo, las cuales cerraron por la competencia desleal de China.

 

Administra las harineras ubicadas en Ciudad Juárez, Chihuahua; y Torreón, Coahuila; una fábrica de alimentos balanceados en Chihuahua y una planta de pastas en Monterrey, Nuevo León.

 

“Xtra es un holding grande que también tiene todas las inmobiliarias y hoteles como JW Marriot de Cancún, que pertenece al Grupo, y el Marriot Casa Magna de Puerto Vallarta y Cancún, donde tiene una coinversión con Marriot, y el Gran Hotel de México”.

 

“Para mantener el negocio se tuvo que hacer con la cabeza, es decir, se tienen que saber los costos y gastos de unas compañías que eran un baluarte. Mi padre quería construir un edificio igual de alto que la Torre Mayor, pero ya no se le hizo”, dice Moisés Saba Ades.