Falta mucho tiempo, pero el perredismo ya se mueve para la sucesión.

 

Si en el PAN pelean con corruptelas a partir de las partidas senatoriales, en el PRD se preparan con alianzas de muchos signos.

 

Y si en medio está René Bejarano, es posible imaginar cómo actuarán las tribus.

 

El Señor de las Ligas, como es popular, tiene prácticamente sellada su alianza con Marcelo Ebrard para dar la pelea por Izquierda Democrática Nacional ante Nueva Izquierda o Los Chuchos.

 

Ebrard ya anda en campaña con el país.

 

No alcanza el eco mediático de su impulsor Andrés López porque en política hay niveles y los liderazgos no se endosan, pero la estructura de Bejarano es significativa y no tiene otra cosa a la mano.

 

Así continuará, con la idea de allegarse simpatías, y poco a poco incrementará sus apariciones públicas a fin de atraer la atención de los medios.

 

Aprovechará espacios como ayer, cuando salió a oponerse a la apertura petrolera con reformas constitucionales y al mismo tiempo confrontar al dirigente perredista Jesús Zambrano por su participación en el Pacto por México.

 

Su táctica será de enfrentamiento con el gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

EL ROMPIMIENTO PÚBLICO EBRARD-MANCERA

 

Como Los Chuchos no están ciegos, ya leyeron la estrategia de sus adversarios internos.

 

Y ya tienen prospecto: Carlos Navarrete.

 

Un hombre de experiencia: diputado federal en 1988 por el Frente Democrático Nacional, candidato a gobernador de Guanajuato, coordinador perredista en el Senado de la República y actual secretario de Trabajo y Fomento al Empleo en el GDF.

 

Los Chuchos han optado por él porque concilia.

 

Amén de su experiencia y buena imagen interna, aspiran a conseguirle el apoyo de Miguel Mancera.

 

En tal condición sellaría la alianza Mancera-Jesús Ortega-Jesús Zambrano, frente ya utilizado para vencer a René Bejarano y los ebrardistas por el control del perredismo capitalino.

 

Los preparativos están en marcha y la pelea Marcelo Ebrard-Carlos Navarrete significará algo más: el rompimiento político público de Mancera con su antecesor, uno de los beneficiarios de la crisis de inseguridad en el Distrito Federal.

 

Pero antes de esta contienda, Los Chuchos deberán ganar otra: aprovechar su dominio en el Consejo Nacional para llevar a una elección cerrada.

 

Así correrían menos riesgos

 

De lo contrario, si abren el proceso, se enfrentarían a la operación de masas y manipulación de votos en los cuales el bejaranismo es experto.

 

LA PEÑISTA ANA LILIA HERRERA ASUME EL MT

 

El Pronasol de Carlos Salinas giró sobre diferentes ejes.

 

Era un programa de gobierno, pero también un proyecto político-electoral con gran éxito en las votaciones de 1991 y 1994.

 

A través de él empataban acciones las oficinas públicas y el Movimiento Territorial, una organización liderada por Carlos Sobrino al servicio del priismo sin ser priista.

 

Adherente, le llaman.

 

A Sobrino lo sucedieron Carlos Flores Rico, actual funcionario de la CFE, y Aníbal Peralta.

 

Hoy ese agrupamiento cambiará de dirigente.

 

Llegará la senadora Ana Lilia Herrera, ex aspirante a gobernadora del Estado de México y muy cercana al presidente Enrique Peña.

 

El Movimiento Territorial debe ser su plataforma para mayores cosas,  a condición de recuperarle su papel de gestor social y de organización de masas en zonas urbanas.