En el Distrito Federal no se siembra mariguana, ni heroína y al día de hoy no hay indicios de que se lleve acabo producción de metanfetaminas a gran escala como se da en el municipio de Zapopan. Sin embargo, la Ciudad de México es un centro de trasiego de droga muy importante y probablemente el mercado más grande de venta de droga en el país.

La infraestructura logística de la ciudad y su tamaño facilitan el trasiego de droga y el lavado de dinero. Como ha quedado constatado en los últimos años, hemos visto como el aeropuerto de la Ciudad de México es un punto donde ingresan grandes cantidades de precursores químicos para la elaboración de metanfetaminas. A su vez hay una gran actividad en la importación de cocaína desde Centroamérica y una exportación de la misma hacia Europa. El cártel de Sinaloa controla parte de las operaciones en el aeropuerto, en complicidad con los elementos de la Policía Federal y la omisión de personal de aduanas que estaban asignados ahí el año pasado. Esto ha quedado asentado en los procedimientos judiciales que se llevan a cabo en España derivado de varias detenciones de personal de las líneas aéreas a los cuales les decomisaron dinero y cocaína en los últimos dos años.

 

La central de abastos es otro de los puntos multimodales, desde donde llegan de Guerrero, Oaxaca y Morelos los cargamentos de droga para ser almacenados, pagados y distribuidos a la siguiente etapa de la cadena comercial de estupefacientes. El manejo de efectivo en grandes cantidades, la seguridad y las horas de operación facilitan a los narcotraficantes el acobijarse en la economía legal. Esto es sabido por las autoridades y no es casualidad que el Director de la Central de Abastaos sea una persona con la total confianza del Jefe de Gobierno. En las agencias de inteligencia de los EU llamaba mucho la atención el nombramiento de Raymundo Collins al ser este un ex policía, cuyo nombre se relacionaba con los Arellano Félix en la década de 1990. La central de abastos fue utilizada por los Beltrán Leyva para llevar acabo ejecuciones en 2011 y Carlos Montemayor, suegro de Édgar Valdez Villareal, que fue capturado en 2010, tenía varias bodegas ahí.

 

En Tepito, tierra de la ilegalidad, sirve para que varios grupos puedan comprar armas, contratar sicarios, vender droga al mayoreo e inclusive lavar dinero con las mafias de procedencia China.

 

El Jefe de Gobierno tiene razón al decir que no existen Cárteles propios de la Ciudad de México, pero no puede negar su operación y su asentamiento derivado de la falta de legalidad, falta de capacidad de investigación y los altos niveles de corrupción que existe en la Procuraduría y las delegaciones. La venta de droga que se hace en la Ciudad de México se realiza ya sea bajo la protección de las autoridades o la ineptitud de sus funcionarios. Y aquí es donde debe tomar cartas en el asunto el Jefe de Gobierno. No puede ser que la respuesta para reducir la oferta de droga se centre en poner retenes y aumentar el número de policías cuando la Ciudad presume tener uno de los mejores sistemas de cámaras en América Latina.

 

Hoy en día, a pesar de que la ALDF aprobó una ley para regular los horarios de los Establecimientos Mercantiles, no hay un reglamento ni reglas claras para los bares y discotecas. Esto solo ha fomentado la corrupción y permitido que grupos criminales se sumen a esta actividad para lavar dinero. La actuación irregular del INVEA y el conflicto con las Delegaciones crea vacíos legales que son aprovechados por los grupos criminales.

 

Al inicio de su administración Miguel Ángel Mancera lanzó el programa “Diversión Segura”, es claro que el responsable de este programa preventivo fracaso y puso a su jefe directo en la fila de los gobernantes que no puede combatir la ilegalidad.