¿Dónde quedó la ciudad en las secciones de periódicos? Desaparecida, borrada. La “ciudad” a la que se hace referencia poco o nada tiene que ver con lo que transeúntes y automovilistas viven día a día en las calles de Claustrópolis. Las declaraciones de las cúpulas políticas y empresariales no representan lo que vive la mayoría de los capitalinos en su día a día. ¿Dónde quedaron las historias?

 

Los medios de comunicación han creado una ciudad espejo a la real, pero ese paralelismo no significa que se encuentren describiéndola, buscando mejorarla, construyéndola, repensando en concepto de espacio público, nutriendo de ideas a los lectores que habitan la metrópoli. Hallamos citas, datos, citas, datos.

 

En los comienzos de la crónica periodística, los escritores y poetas fueron los primeros que se adueñaron de este género. Escribían de paseos, calles, personajes, sucesos. Eran textos tan largos que se adueñaban de la página. Claro, eran otros tiempos. No se hablaba de la crisis y la desaparición de los periódicos como ahora. Tampoco de la crisis de los cronistas. Uno podría pensar que si no están en las páginas de los diarios es porque se encuentran volcados en los blogs, que han vuelto a tomar fuerza, o en las redes sociales, pero no está del todo claro.

 

En los últimos 10 años, he consultado todos los días las páginas de las secciones metropolitanas y ahora más que nunca hay una falta de proyecto social que reivindique esta ciudad, en la que más allá de sus contingencias ambientales, tráfico y hacinamiento también se encuentra ese “mundo que no habías visto jamás” al doblar la esquina, como dice Haruki Murakami. Una ciudad metafísica como la de Italo Calvino, donde se sale en busca de héroes anónimos perdidos en callejuelas y cruceros atacados por el sol, donde realizan malabares para sacar de esta dimensión, por unos segundos, a los conductores que cruzan el Distrito Federal bajo la euforia de la neurosis. Claro, no son suplementos culturales de revista: pero antes lo había.

 

¿Cuándo ocurrió el quiebre?

 

Cuando las declaraciones y la guerra entre grupos políticos se adueñaron de todos los espacios destinados a reportarle a la ciudadanía las cosas más importantes de la Claustrópolis, no sólo frases, muertos y la agenda diaria de las secretarías de gobierno. Eso siempre ha estado y estará. Forma parte del ADN del periodismo actual. Sólo que antes era notorio el interés de mostrar un poco de la ciudad que viven los urbanitas mortales, más allá de las tribunas y los foros políticos.

 

La ciudad no es algo que sólo se lee, sino que es una experiencia y ésta es lo más importante que buscamos al darle nuestro tiempo a un producto. El tiempo y la audiencia se han fragmentado por el uso de las redes inalámbricas en teléfonos celulares. Ya no tenemos tiempo, al menos como hace 10 años, cuando leíamos el periódico por la mañana y nos enterábamos de todo y por la noche el noticiero de las 10 nos terminaba de informar. Las audiencias ahora ya no están en un solo lugar: ahora están en todos lados. Acceden a los contenidos periodísticos en cualquier momento: cuando esperan el café, cuando van en el tráfico, en la cena, en el elevador, hasta en el sanitario. Dónde está entonces ese pulso de la ciudad en las páginas de los diarios.