Actuar de manera escrupulosa y conforme a la ley ante una situación de abuso como el que sucedió con la hija de Humberto Benítez, es la premisa con la que llega Alfredo Castillo Cervantes a la titularidad de la Procuraduría Federal del Consumidor.

 

“El ejemplo ha sido muy claro y yo creo que seré el primero en ser escrupuloso en este tipo de circunstancias, y la verdad que el que abuse, sea quien sea, tiene que pagar ese tipo de consecuencias y, por supuesto, yo apelo a la educación cívica de todos para que no vayan a actuar fuera de lo que debe ser el actuar de cualquier ciudadano”, dijo Castillo en entrevista para Radio Fórmula.

 

Precisó que al tomar posesión del puesto, más allá de evaluar las fortalezas y debilidades de la institución, buscará darle una operatividad que le permita cumplir a cabalidad con sus funciones en total apego a la ley vigente.

 

El ex procurador del Estado de México recordó que la función primaria de la Profeco es velar por las prácticas en el abastecimiento de los productos, combatir el desabasto, el incremento y manipulación de precios y tarifas, así como la regulación de los servicios, la revisión de pesos y medidas, además de la educación al consumidor.

 

En materia de la regulación de precios, aclaró que Profeco solamente está facultado para intervenir en las actividades de manipulación cuando se dan como resultado de un fenómeno injustificado, ya que este tipo de eventos no necesariamente elevan el costo de producción, sino que el incremento se da por iniciativa del proveedor.

 

En su primer día en el cargo, Castillo Cervantes convocó a los subprocuradores y directores de área de esta dependencia a una reunión de trabajo.

 

El objetivo de dicha reunión, convocada desde la hora de la comida, de acuerdo con fuentes de la Profeco, fue para conocer el terreno en el que se desempeñará como relevo del doctor Humberto Benítez Treviño, cesado la semana pasada por el presidente Enrique Peña Nieto.

 

Hasta el momento, salvo los cuatro funcionarios que fueron sancionados por la Secretaría de la Función Pública, separándolos temporalmente de su cargo, el equipo que colaboraba con Benítez Treviño continúa en su encomienda, de cuyos pormenores y obligaciones informó al nuevo procurador Castillo Cervantes.

 

Supersticioso y enemigo del protagonismo

 

La tarde del sábado a Alfredo Castillo Cervantes se le vio recorrer de buen ánimo los pasillos del departamento de caballeros de una tienda comercial en Moliere, Polanco, a donde entró y salió acompañado de una mujer: estrenaría ropa esta semana y es probable que la corbata con la que ayer tomó posesión la haya comprado ese día.

 

Quienes conocen a Castillo Cervantes dicen que se ha vuelto supersticioso con la ropa cuando se trata de nuevos cargos. Hasta ese momento, él y su acompañante guardaban en secreto el nuevo rol que estaría por desempeñar en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

El Presidente le había pedido dejar en orden todos los pendientes en la Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo en la PGR,  dependencia a la que había vuelto después de 10 años cuando fue consejero del titular de la dependencia en el gobierno de Vicente Fox. Pero en la actual administración y a sus 37 años, coparticipó en uno de los golpes más espectaculares de los últimos tiempos: la captura y encarcelamiento de la maestra Elba Esther Gordillo.

 

El nuevo procurador federal del consumidor no tiene hijos que puedan poner en riesgo su empleo. Lo que llevó a Peña Nieto a tomar la decisión de colocarlo en el cargo es que a pesar de haber empezado muy joven a trabajar en la Procuraduría General del Estado de México no fue un chico que perdiera la cabeza con el poder y tampoco lo hizo siendo un veinteañero como asesor del ex procurador Eduardo Medina Mora.

 

“El tiempo que trabajé con él siempre se condujo como un tipo mesurado y sereno. No le gusta el protagonismo”, dijo un ex subprocurador que trabajó con él en la dependencia local. Sin embargo, ha tenido sus tardes amargas como cuando su área llevó el caso de la niña Paulette que no convenció a nadie de que el cuerpo haya estado entre el colchón y la cama durante días, sin que alguien lograra percatarse. Ni los perros entrenados.

 

Pero como el titular de la dependencia era Alberto Bazbaz y ante la presión social tuvo que renunciar al cargo, Castillo Cervantes -quien parece haber amado la universidad porque estudió tres carreras, las de abogado, politólogo y economista- lavó bien la imagen de la institución y durante su titularidad el gobierno mexiquense dio espectaculares golpes al narcotráfico. Entre otros líderes de los cárteles y sicarios detuvo a uno de los  más sanguinarios del Estado de México: El Compayito.

 

El ex presidente Calderón reconoció su esfuerzo y él contestó: “Estamos con usted, presidente en esta lucha contra el crimen organizado”.

 

Ahora le toca salvar la honra de la Profeco y con acciones correctas rencauzar el trabajo que defiende a los consumidores del país de verdaderos abusos, después de que Humberto Benítez Treviño fuera cesado por el escándalo derivado de la clausura de un restaurante en la Ciudad de México porque a su hija Andrea Benítez los meseros no le permitieron ocupar la mesa que la chica quería, aunque estuviera ocupada.