Wadjda, es una niña de 11 años que crece en Riad, la capital de Arabia Saudita y sueña con comprar una bicicleta para competir en una carrera contra un vecino de su edad, lo que la lleva a participar en un recital del Corán, para ganar un premio en efectivo de SR 1, 000 (3, 260 pesos), lo suficiente para pagar su bicicleta.

 

Esto no tendría nada de extraño para una niña de su edad, sin embargo en la sociedad saudita existen rígidas normas que  prohíben que las mujeres usen la bicicleta como medio de transporte y como esparcimiento, ya que se considera va contra la dignidad de las mujeres.

 

Son los obstáculos que viven las mujeres sauditas los que retrata la cineasta saudita Haifaa al-Mansour a través de su personaje principal Wadjda, que da nombre a la cinta que actualmente se exhibe en la Cineteca Nacional con el título La bicicleta verde.

 

Mansour, es una pionera del cine, en una nación, donde no existen salas de proyección desde la década de los 70 del siglo XX y donde la cineasta tuvo muchas limitaciones a la hora de filmar, ya que a menudo tuvo que dirigir desde la parte trasera de una camioneta, a través de walkie-talkie, pues está prohibido que las mujeres se mezclen con los hombres.

 

 

Arabia Saudita es una sociedad muy tradicional, conservadora y tribal que sigue de manera estricta la ley islámica o “sharia”, que impone la segregación de sexos en espacios públicos. Las mujeres no pueden conducir ni tampoco viajar fuera del país sin un varón de la familia o tutor, entre otras restricciones.

 

Aunque últimamente se ha dado el visto bueno para que las mujeres puedan ir en bicicleta o motocicleta siempre que vayan acompañadas por un varón de su familia y vestidas de una manera ‘respetable’.

 

Para las mujeres, la bicicleta ha sido históricamente símbolo de libertad, parte de una lucha política por la libertad de sus cuerpos, donde la actividad física va más allá de la esfera doméstica.

 

La odisea que vive la joven Wadjda para conseguir la bicicleta, que encarna el deseo de libertad, es una manera de romper el confinamiento espacial de las mujeres al ámbito de lo privado dentro de la esfera familiar. La bicicleta permite transcender el espacio físico y social y dar experiencias ampliadas del mundo.

 

La asociación de la bicicleta con las nuevas libertades que exigen las mujeres tras la Primavera Árabe en Arabia Saudita es una forma de ejemplificar la lucha consciente por nuevas libertades políticas, vinculadas con la búsqueda de movilidad independiente.

 

Montar una bicicleta es una celebración al cuerpo, es una manifestación de libertad de movimiento corporal y espacial, de empoderamiento, no sólo se conquistan distancias sino también sueños con la propia fortaleza del cuerpo.

 

No me extraña que se prohíba en Arabia Saudita el uso de la bicicleta ya que simboliza la libre movilidad de la mujer, como dueña de su propio camino, motivaciones y sueños, ya que no quieren permitir dejar atrás la antigua dependencia de los hombres para el viaje.

 

La cinta de Mansour es una delicia visual que logra ser un grito feminista para la plena liberación de las mujeres, y que se convirtió en el primer largometraje que se rodó íntegramente en Arabia Saudita por una mujer y lograr su estreno mundial en el afamado Festival de Cine de Venecia en 2012.