Nosotros los Nobles resulta en una especie de puesta al día, a la vez que  homenaje, a El Gran Calavera (1949), segundo largometraje filmado por Luis Buñuel en México y que, amén de rescatarlo de la pobreza, le sirvió -según sus propias palabras- para ejercitarse “técnicamente” en el cine industrial.

 

Probablemente lo mismo podría decir Gaz Alazraki, quien con esta pieza debuta como director y lo hace -ni como negarlo- de manera óptima, aunque para ello elude tomar riesgo alguno en esta puesta en escena efectiva pero en extremo cuidadosa, de una comedia que bien pudo ser más ácida pero que se decide, simplemente, por un humor ligero aunque no por ello menos logrado.

 

México, época actual. Javi (Luis Gerardo Méndez) es un mirrey que trabaja (es un decir) en la empresa de su papi. Experto en fiestas, amigo de diputados y otros juniors, Javi se dedica a gastar el dinero de su padre en proyectos estúpidos e infructuosos pero bien cool, wei. Cha (Juan Pablo Gil) es un hipster de la Ibero, entusiasta tanto del esoterismo new age, como de seducir a las profesoras cougars de su universidad. Por su parte, Bárbara (Karla Souza), es toda una lobuki experta en compras que está a punto de casarse con Peter (Carlos Gascón), su arribista novio con el cual ya planea una boda que estará incre, of course.

 

Todos ellos son hijos de don Germán Noble (Gonzalo Vega), prominente arquitecto, dueño de una empresa con amplia fortuna, que luego del fallecimiento de su esposa ha caído en depresión al tiempo que sus hijos dan rienda suelta a toda serie de gastos superfluos, con cargo a la fortuna familiar.

 

Desesperado, el Noble mayor decide darle una lección a sus vástagos haciéndoles creer que se ha quedado sin un quinto por lo que, de la noche a la mañana y sin previo aviso, los hermanos Noble no sólo se quedan sin sus celulares, fiestas y autos de lujo, sino que además tendrán que hacer lo que nunca en sus vidas: trabajar.

 

La trama central de esta cinta, y de la original filmada por Buñuel, prácticamente no cambian, excepto si acaso por el tono socarrón y desfachatado del gran Fernando Soler en su papel de pater familia deprimido y borrachín; una actuación que dista enormidad de un Gonzalo Vega que, aunque correcto, resulta por momentos más dramático y menos cómico.

 

Lo que en un inicio parecía ser otro subproducto de cintas como Matando Cabos (2004, Lozano) donde la burla a expensas de las clases sociales bajas era el motor de la comedia, Nosotros los Nobles va justo por el camino contrario, un humor clasista a la inversa, donde el objeto de sorna son los estereotipos de la clase alta -y joven- en México (el mirrey, el hipster, la lobuki), en una comedia que si bien resulta divertida, bien actuada, con buen ritmo y sin pretensiones mayúsculas, es también hasta cierto punto una oportunidad desperdiciada, ya que el argumento (guión de Adrián Zurita, Patricio Saiz y el propio director) jamás se decide por sacar los colmillos en un filme que pudo ser mucho más demoledor y crítico de aquellos grupos sociales.

 

El final, empero, no decepciona a pesar del optimismo que derrama: una historia donde el mensaje de unión familiar y de reconciliación social no suena forzado, cursi ni moralino.

 

 

 

Nosotros los Nobles (Dir. Gaz Alazraki)

3 de 5 estrellas.

 

Con: Gonzalo Vega, Karla Souza, Luis Gerardo Méndez, Juan Pablo Gil, entre otros.