Si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los medios de producción, la producción de alimentos aumentaría hasta en un 4.0 por ciento a nivel mundial, destacó la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

 

El organismo detalló que pese al papel que desempeñan las mujeres en la producción de alimentos y la alimentación de sus familias en diversas regiones del mundo, es poca la atención que se presta hacia este género, debido a la violencia y la seguridad alimentaria.

 

De acuerdo con el estudio “El estado mundial de la agricultura y la alimentación” (SOFA 2010-11), la discriminación por motivos de género fomenta la malnutrición y el desempoderamiento de las mujeres.

 

Las prácticas discriminatorias aplicadas en las comunidades rurales generan desequilibrios en la distribución de los alimentos dentro del hogar, donde las mujeres y niñas son quienes acceden a alimentos con un menor valor nutricional y de menor cantidad que los varones, destacó la FAO.

 

De esta manera, dijo, la equidad y la inclusión de las mujeres no sólo es una cuestión social, sino también productiva, toda vez que las mujeres representan en promedio el 43 por ciento de la fuerza laboral agrícola de los países en desarrollo.

 

En el caso de México, dijo que de acuerdo con información del Instituto Nacional de las Mujeres, alrededor de 13 millones de estas viven en zonas rurales, de las cuales 25.6 por ciento está en localidades con menos de dos mil 500 habitantes, con rezagos de importancia en comparación con las localidades de mayor tamaño.

 

Al no contar con un reconocimiento pleno de sus derechos, condición jurídica y social, las mujeres rurales carecen de facultades para adquirir propiedad sobre la tierra o acceder a servicios esenciales, como crédito, insumos agrícolas, capacitación y educación.

 

La FAO sostuvo que en México un 22% de mujeres son propietarias de tierras, y estas se concentran principalmente en los estados de Veracruz, Tabasco y Baja California y registran un promedio de 89 horas de trabajo a la semana, lo que representa 31 horas más que las que, en promedio, el hombre rural dedica al trabajo.

 

Por ello, resaltó que en los hogares con familias ampliadas en México, el incremento de los ingresos generados por cualquiera de las mujeres del tienen repercusiones positivas considerables, sobre la nutrición de las niñas y los niños.

 

Por tal motivo, la FAO consideró necesaria la aplicación de políticas públicas que aseguren la eliminación de toda forma de discriminación legal y de cualquier otro tipo, que incorporen las diferencias de género, faciliten el acceso de las mujeres a servicios públicos y permitan cerrar la brecha de género en el sector rural y agroalimentario de México.