El ritmo de crecimiento económico del país está en revisión negativa. A la baja.

 

Hace unos días un alto funcionario de Hacienda me confesó que es probable que la economía no crezca más allá de 3.5% que se estableció como meta en los Criterios Generales de Política Económica. Quizá 3.3%, máximo 3.4%, es mucho más realista -me dijo- ahora que sabemos que el consumo y la industria estadunidenses se han alentado y que, por lo menos, se mantendrán así durante el primer semestre de este año.

 

En aquella conversación estaban aún frescos los malos resultados de la producción industrial de diciembre que había dado a conocer INEGI (cayó 2.1% respecto de noviembre anterior), producto de una caída en las exportaciones manufactureras, además de una baja sensible en el valor de la construcción.

 

Pero ese comentario del funcionario hacendario aún no incluía las previsibles consecuencias sobre las exportaciones mexicanas derivadas de la reducción, en más de 85 mil millones de dólares, en el presupuesto estadunidense, producto del desacuerdo entre demócratas y republicanos.

 

Se estima que ello tendrá un impacto de entre medio punto y 0.6 puntos porcentuales en el crecimiento anual estadunidense, para situarlo alrededor de 1.5%.

 

Por eso no es de extrañar que algunos analistas como los del Grupo Financiero Santander se apresuraran a reducir sus expectativas de crecimiento anual de 3.6% a sólo 3%; mientras que los economistas de BBVA Bancomer también revisaron a la baja el crecimiento del PIB esperado para 2013 a 3.10%.

 

Aunque la más reciente encuesta de expectativas entre analistas del sector privado que realiza mensualmente el Banco de México no planteó un escenario de menor crecimiento, es probable que la encuesta de expectativas que hoy publicará Banamex ya muestre un crecimiento menos dinámico para el año del originalmente planteado.

 

De hecho, se espera que en el comunicado de política monetaria que publicará este viernes el Banco de México, se enfatice en el incremento de los riesgos al crecimiento económico derivado de un mayor aletargamiento de la economía estadunidense y de la prevalencia en la fragilidad de la economía europea. Con estos elementos probablemente el banco central también modere su rango esperado de crecimiento económico para el año influenciado por un menor crecimiento para el primer semestre de 2013.

 

La revisión “negativa” a la que se ha sometido recientemente el pronóstico sobre el crecimiento mexicano para el año, podría ser contrarrestada hacia el segundo semestre no sólo a partir de un avance en los acuerdos políticos en Estados Unidos que libere una parte sustancial del recorte presupuestal, sino también por el avance concreto en reformas económicas relevantes para la inversión -como la de telecomunicaciones- y el anuncio de nuevos proyectos en infraestructura que dinamizarían el mercado interno, contrarrestando parcialmente los efectos externos.

 

Esto último dependerá de la eficacia del gobierno de Enrique Peña Nieto para la negociación política en el Congreso y la capacidad de su equipo para dar celeridad a la puesta en marcha de los proyectos emblemáticos que hagan transitar a las expectativas hacia las realizaciones.

 

Mientras tanto, en el corto plazo, el PIB mexicano ha sido sometido a una revisión “negativa” en sus pronósticos.