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A pesar de que la palabra depresión se usa cada día con mayor frecuencia; de que el tema del duelo se discute en radio y televisión, y la melancolía es motivo de conversación entre familiares y amigos, hay muy pocos “estudios históricos” sobre éstos y, en cambio, hay miles de análisis producidos y pagados por las empresas farmacéuticas que convierten las pérdidas personales en una disfunción químico cerebral que puede resolverse tomando la pastilla adecuada.

 

Esto lo descubrió Darian Leader -psicoanalista, ensayista y profesor de la Universidad de Middlesex-, cuando se dio a la tarea de buscar documentos serios sobre el duelo o la melancolía.

 

Para Leader “las compañías de drogas manufacturaron la idea de enfermedad y de cura al mismo tiempo”, en otras palabras, la depresión más que un descubrimiento era una creación de estas compañías.

 

Entonces, ¿qué es lo que sentimos realmente cuando estamos “deprimidos”? Leader se propuso rescatar la trama más compleja de nuestra humanidad en lugar de vernos como un animal dolido e incapacitado con un problema químico cerebral, y el resultado es el ensayo La moda negra. Duelo, melancolía y depresión (Editorial Sexto Piso, 2012).

 

 

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De acuerdo con este autor, el duelo no es el dolor mismo, “el dolor es nuestra reacción a la pérdida, pero el duelo es cómo procesamos ese dolor” y su función es separar “los recuerdos y las esperanzas de los sobrevivientes” de aquellos que tenían relación con la persona muerta, se trata de un proceso de “remodelación y de reacomodo”.

 

Este es un punto crucial en el ensayo de Leader, porque la farmacéutica ve nuestro comportamiento como voluntario, es decir, queremos estar enfermos puesto que la ciencia ya ha descubierto pastillas que en un tris pueden liberarnos de nuestros temores; sugerencia que se complementa bastante bien con las nuevas economías de mercado que exigen a una persona ser productiva y ocuparse de sus labores en lugar de detenerse, tal vez meses, a preocuparse por sí misma.

 

La melancolía por su parte, afirma el miembro fundador del Centre for Freudian Analysis and Research en Londres,  es “una disminución de la autoestima”, es decir, la persona “ha redirigido los reproches que tenía para alguien más en contra de sí mismo”.

 

Nuestros egos, subraya Leader, “están constituidos por todas las huellas dejadas por nuestras relaciones abandonadas. Cada relación rota deja una marca en nosotros, y nuestra identidad es el resultado de la construcción a lo largo del tiempo de estos residuos”.

 

Finalmente, para el autor, la depresión es la forma que adopta la sociedad contemporánea para reducir, confundir y mezclar estados completamente distintos como el duelo y la melancolía.

 

Ahora bien, ¿qué es lo que propone para solucionar estos estados?

 

Lo primero que hay que señalar es que no se trata de un libro de autoayuda, no ofrece recetas ni mucho menos exige el mantra vacuo y repetitivo de pensar “positivamente”. Lo que propone es escandaloso para el mundo tecnológico del siglo XXI e incompatible con nuestras amistades instantáneas de las redes sociales: retomar la cultura como vía de sanación.

 

Cultura en su sentido más amplio que abarca ritos y costumbres —funerarios y vitales, de sacrificio y de regeneración— que no podemos llevar a cabo a solas, sino que forman parte de la convivencia y de la comprensión mutua; el uso de la literatura como una suerte de memoria colectiva donde alguien ya ha descrito su separación y su duelo, de la pintura donde podemos ver a alguien haciendo un ejercicio de reacomodo, y del teatro con su catarsis y anagnórisis. ¿De dónde, si no de la literatura, sacó Freud las descripciones y hasta los nombres para sus “complejos” como el de Edipo? ¿Por qué entonces no podemos volver allí en busca de consuelo? Sin duda, es una respuesta más difícil que firmar una receta, nos exige tiempo, trabajo e interés, pero para Darian Leader, sólo la cultura “nos permite acceder a lo irrepresentable y reconciliarnos con el dolor que nos rebasa”.

 

 

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