El uso de los dispositivos móviles para el trabajo, ocio y entretenimiento tuvo una auténtica eclosión el año pasado. Y a pesar de los recelos que todavía provoca el PayPal, un sistema lanzado hace 14 años para comprar de forma rápida, sencilla y segura en internet, éste ha tenido durante 2012 grandes novedades. Por ejemplo, la aplicación Fashion Window para comprar con el celular en tiendas físicas cuando éstas se encuentran cerradas. Para ello, la tienda debe de disponer de una computadora y un proyector que crean la tienda virtual, y pega en el escaparate una película fina que transforma el cristal en una pantalla holográfica. El comprador necesita instalar en su smartphone una aplicación screach. Al introducir el código screach del escaparate, la pantalla del escaparate se enciende y se sincroniza con el teléfono. El comprador entonces puede interactuar con el catálogo de la tienda y elegir su producto para pagarlo con PayPal.

 

Muchas empresas, decididas por soluciones de pagos digitales para establecimiento en todo el mundo, han pensado que esta tecnología ofrece una oportunidad excelente para solventar las necesidades de los consumidores a través de la innovación. Pero pensemos en la evolución de este sistema que ayudará a la forma en la que la gente intercambiará o gastará su dinero, contribuyendo a solucionar problemas de comerciantes, desarrolladores y anunciantes.

 

Una cartera digital atractiva para el consumidor debe ofrecer algo más que una forma de pago, y por supuesto no compleja. La tecnología para llegar al consumidor tiene que ser además de excelente y sencilla, centrada en lo que quieren los compradores. Por ejemplo, si para facilitar los procesos a los usuarios y comerciantes se puede aprovechar la convergencia de los pagos, la fidelidad y los cupones, ésta será muy bienvenida.

 

Si en el modelo tradicional los usuarios pagan en la fila de las cajas registradoras que están conectadas a líneas telefónicas para obtener las autorizaciones de los bancos, ahora nos movemos hacia un mundo en el que las transacciones en una tienda se transmiten vía internet por lo que los vendedores pueden ofrecer a sus clientes pagar en el pasillo donde está ubicado su producto sin tener que desplazarse a un fila, con la consiguiente pérdida de tiempo.

 

La experiencia de comprar se transformará totalmente con la localización y las compras personalizadas. La posibilidad de recibir lo que uno quiere y cuando lo quiere fue una fantasía en 2011. Ya en 2012 inició en su forma más básica con el Passbook de Apple. Necesitamos de una tarjeta del establecimiento que recargar con dinero y posteriormente añadir dicha tarjeta a la aplicación de iOS. Una vez configurada la aplicación dará la opción de pagar con dicha app o de añadir la tarjeta a Passbook. Esta aplicación detecta de forma automática el establecimiento (evidentemente aquellos que estén asociados a esta tecnología y de la que poseemos una tarjeta para recargar), y muestra en pantalla el logo de la tienda y una notificación, que no es otra cosa que un acceso directo a la tarjeta asociada a la tienda por la que estamos pasando, si es que desbloqueamos el terminal. A los pocos minutos se recibe otra notificación que nos mostrará el saldo actual de la tarjeta una vez realizada la compra. Eso se puede hacer en Starbucks.

 

Ahora bien, el tema de la seguridad es un problema ya que la aplicación no tiene protección por contraseña por lo que cualquier persona puede hacer uso de las tarjetas de pago o cupones sin ninguna comprobación. Pero puede llegar a ser incluso peor para aquellas tarjetas que permitan añadir auto-recargas de dinero de forma automática sin necesidad de ningún tipo de aprobación por parte del usuario. Esto quiere decir que si alguien roba el smartphone que tenga añadida una tarjeta, puede invitar a todo el mundo. Algo tan sencillo como añadir un pin a las tarjetas evitaría ser tan dadivoso estas navidades.

 

Investigadora del Proyecto Internet, Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas, Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.

 

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