Hace unos días se publicó en el portal de El País una nota acerca de cómo al mundo de la moda le cuesta trabajo sonreír, cosa que bien puede ser cierta, pero que probablemente esté comenzando a cambiar.

 

Algo de innegable hay en esto, tal vez, por las obvias condiciones que los márgenes de belleza, juventud e imagen imponen en este universo donde las modelos lucen comúnmente más serias y seductoras que contentas.

 

 

“Paré de sonreír cuando entré en ese mundo” declaró alguna vez la ex Spice Girl Victoria Beckham a la edición estadounidense de la revista Glamour, condenando fuertemente al medio al que parecería muy fácil culpar de la falta de ganas de sonreír por sus fuertes juicios y estereotipos. Sin embargo, mucho antes de su etapa como diseñadora, mientras desempeñaba el papel de “Posh Spice”, Victoria ya posaba ante las cámaras con pucheros y un rostro duro y serio con el que aparentaba más hostilidad que timidez.

 

Entonces no toda la culpa puede recaer en este universo que no siempre es frío y superficial, sino que también está lleno de color y vitalidad.

 

 

Las portadas con sonrisas cada vez son más frecuentes. Y este detalle se ha puesto tan en boga que las modelos que más vemos últimamente son elegidas por la estética particular de su boca y la manera en que sonríen mostrando todos y cada uno de sus dientes.

 

Si Kate Moss definió la imaginería apática y seria en las dos últimas décadas, las tops que mejor encarnan la estética del momento son Lindsey Wixton, Georgia May Jagger y Lara Stone quienes están en todas las campañas, portadas y páginas de revistas con sonrisas de dientes imperfectos, jamás aptas para un comercial de pasta dental, pero sí muy auténticas y naturales.

 

 

¿Será esto señal de que estamos viviendo una etapa más expresiva?

 

Las expresión facial indiferente y seductora resulta casi siempre exitosa en una publicación de moda, sin embargo, está comprobado que las historias que muestran rostros sonrientes paseándose en paisajes idílicos son los que mejor logran establecer un vínculo con el lector.

 

 

La sonrisa a veces puede caer en lo empalagoso, pero la expresión dura y seca es a la vez ya otro cliché.

 

Constantemente renovándose, probablemente lo que busca ahora el mundo de la moda es más autenticidad con rostros singulares que transmitan algo diferente a través, no sólo de su imagen, sino de su personalidad.

 

Por eso entonces, sonreír está de moda.