Cada vez es más frecuente escuchar de las start-ups. Este término hace referencia a aquellas empresas diseñadas para crecer muy rápido, sin tener que basar necesariamente su actividad en la tecnología, ni estar diseñadas con el objetivo de ser vendidas a un corto plazo. Exclusivamente lo esencial de este tipo de empresas es el crecimiento, lo demás son elementos que se desprenden de este crecimiento y que a posteriori los relacionamos con las start-ups.

 

El crecimiento para ser considerado un negocio como start-up no tiene una medida estándar. Eso sí, existen varios momentos claves por los que pasa. Primero, en su periodo inicial atraviesa un escaso o nulo crecimiento mientras la empresa se va definiendo. Después le sigue un fuerte crecimiento, ya con el producto definido y con la forma de hacerlo llegar al público. Y por último, la empresa se consolida y entra en los mismos parámetros que cualquier empresa tradicional.

 

Por otro lado, también cabe preguntarnos cuánto vale una start-up. Tampoco existe una medida estándar e impera la ley de la oferta y la demanda, así como el país donde esté ubicada y el número de inversionistas. Los índices de crecimiento mensual pueden determinar el valor anual, y si van creciendo a ritmo exponencial es lógico pensar el atractivo que tienen para los inversores. Hay que pensar que la valoración inicial puede ser el problema, y éste radica cuando uno cree que la empresa puede llegar a valer 30 veces más y en función de ese monto se ha llevado a cabo su plan de negocio. Por ello, es importante no ir a una valoración demasiado alta en un inicio para no tener luego que bajar el valor. De todas maneras, una start-up no deja de ser un proyecto arriesgado para un inversionista ya que se está confiando en una idea, no en un modelo consolidado de negocio, pero si sobrevive, el retorno de esta inversión es elevado.

 

Ahora bien, el término está de moda y muchos califican sus empresas de start-up. ¿Qué distingue una empresa de nueva creación de una start-up? Pensemos que cientos de empresas inician cada año, pero sólo una pequeña parte tiene el ADN de ser una start-up. Dos requisitos tiene que cumplir. Primero, es necesario para un crecimiento rápido que el producto o servicio se oferte a un mercado grande, o también se podría decir que sea un producto o servicio que sea necesario o querido por todo el mundo. Segundo, que la empresa sea capaz de ofrecer ese producto o servicio a toda esa gente. Una gran parte de las empresas cumplen con el primer punto, pero les es muy difícil cumplir con el segundo. Por ejemplo, un hospital cumple con ofertar un servicio ya que en cualquier momento un familiar o nosotros mismos lo podemos necesitar, pero es imposible que satisfaga a todo el mundo ya que no tiene la capacidad para poder hacerlo. También podemos encontrar un ejemplo que ilustre lo contrario es decir, cumple con el segundo criterio (es capaz de ofertarse a todo el mundo), pero no es necesario, solicitado o querido por toda la gente: una empresa que ofrezca un software para enseñar un idioma indígena australiano a personas que hablen búlgaro, podrá llegar a la mayoría de las personas que deseen este producto, sin embargo no habrá muchas personas interesadas en él.

 

Entonces, ¿cuál sería un ejemplo de una start-up? Google. Sus servicios son demandados por todos y además es capaz de atender a toda esta demanda. Ahora bien, una gran ventaja de un negocio tradicional (como el de los hospitales) es que sólo tiene que competir con las empresas de la zona, en cambio, una start-up tiene que hacerlo con el mundo entero.

 

Hoy en día parece estar todo inventado por lo que crear una start-up se vuelve complicado. Sin embargo, se trata de dar con una idea que los demás han pasado por alto, ver natural algo que a los demás se les ha escapado, saber encontrar un valor diferenciador, innovador y característico. Es sólo cuestión de creatividad emprendedora. Una creatividad que ya no es una opción sino casi una obligación para poder sobrevivir en el mundo de los negocios.

 

Investigadora del Proyecto Internet, Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas, Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México

 

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