Adolfo Orive, diputado del PT, tiene un largo camino recorrido en la política y entre sus compañeros de viaje han estado Alberto Anaya, líder casi vitalicio del partido en que milita, Raúl Salinas de Gortari, Hugo Andrés Araujo, Francisco Labastida Ochoa, Andrés Manuel López Obrador y Miguel Mancera.

 

Con ellos ha participado en diversas “luchas”, desde la creación de sindicatos en empresas metalúrgicas y de ejidos en Chiapas, en la misma zona donde en 1994 se alzó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hasta la fundación de organizaciones populares en Monterrey. En el trayecto ha dado bandazos para ir del activismo en Chiapas a diseñar la estrategia de contención a los zapatistas cuando fue coordinador de asesores del secretario de Gobernación en 1998, Francisco Labastida.

 

Hasta el fin de semana pasado, su último viraje había sido en su papel de dirigente del PT en el DF: primero amenazó con no respaldar la candidatura de Miguel Ángel Mancera bajo el argumento de que no tenía militancia en la izquierda y amagó con salir del partido si se consumaba la alianza. Luego, sin mayor explicación, Orive, quien colaboró en la campaña presidencial del PRI en el año 2000, aceptó que el ex procurador fuera su abanderado.

 

Pero en las discusiones de la reforma laboral propuesta por el presidente Felipe Calderón, Orive regresó a la contradicción: votó, junto con el PRI, Verde y Nueva Alianza, el partido fundado por Elba Esther Gordillo, a favor de eliminar las cláusulas que obligaban a los sindicatos a informar cuánto dinero reciben por cuotas de sus agremiados, del destino de esos recursos, a ser auditados y hacer sus elecciones mediante votación secreta y directa, no en asambleas en las que los disidentes corren el riesgo de ser identificados y excluidos por ese hecho.

 

Ante las críticas, el diputado explicó que su decisión de votar junto con el PRI fue para proteger a los trabajadores y no a los líderes sindicales.

 

“De la misma manera en que había que votar en contra de la reforma laboral también había que votar contra la idea de que mediante el voto secreto se va a lograr democracia sindical. Si por la pobreza que hay se vendieron los votos en la elección a presidente de la República, ¿por qué no se van a vender los votos para escoger sindicato o líder sindical en las empresas cuando los trabajadores están padeciendo desempleo, empleo informal y pobreza?”, argumentó en entrevista.

 

Su decisión fue contraria a la postura de la izquierda y en ningún momento fue consultada con los miembros de la bancada del PT o los otros partidos del Frente Legislativo Progresista, según reconoce el diputado petista.

 

“No, por dos razones. En primer lugar porque se me dio la libertad de decidir conforme a mi manera de pensar y porque con las prisas que hubo, la discusión de los últimos artículos que estaban en reserva se dio antes de lo que tenía previsto, así que tuve que votar sin consultar ni a la bancada ni al coordinador”, acepta.

 

Sin embargo, Orive asegura no sentirse arrepentido por su voto “a favor del sindicalismo y en contra de la reforma laboral”, aun cuando los sindicatos adheridos a la Unión Nacional de Trabajadores, aliada de los partidos de izquierda, se manifestó a favor de la transparencia sindical.

 

“No somos monolíticos. Tenemos diferentes opiniones. Creo que hay sindicatos en la UNT que tienen el voto libre, secreto y son democráticos, pero eso no es la mayoría”, afirma.

 

Orive criticó a los diputados de la izquierda que decidieron abandonar el pleno durante la discusión del Artículo 371, referente a la transparencia sindical. Asegura que los legisladores progresistas están ahí para defender el proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador, quien, no obstante, se manifestó a favor de que se modificara la legislación para democratizar a los sindicatos.

 

“El licenciado López Obrador planteó un programa nacional y tuve que votar un artículo en lo particular, que desde mi punto de vista era fundamental: defender a los trabajadores que tienen una organización colectiva. Tenía que defender al sindicalismo, no a los dirigentes a quienes el licenciado López Obrador criticó justamente durante su campaña. Yo estuve defendiendo a la inmensa mayoría de los sindicatos”, dice.

 

El petista tampoco deja pasar la ocasión para criticar la doble moral de partidos políticos como el PRD a la hora de abogar por eliminar la intermediación del gobierno en lo referente a las cuotas sindicales.

 

“¿Entonces qué hacemos con los recursos que nos da el Estado a los partidos? ¿Queremos que se haga la ley de Dios en los bueyes de mi compadre?”, finaliza.

 

Priista o no priista

 

Sobre las críticas recibidas por parte de militantes de la izquierda, quienes a raíz de su voto en la reforma laboral han revivido su cercanía con el PRI, Orive prefiere desmarcarse del tricolor.

 

“Yo no he tenido ninguna relación con el priismo, nunca he sido priista. He trabajado con gobiernos priistas, pero ni modo que usted me diga que los millones de burócratas que trabajan en el gobierno son priistas. Uno puede trabajar con un priista sin ser priista”, dice.

 

Esa afirmación choca con lo expuesto el 12 de julio de 2000 en una colaboración para Excélsior, en la que explicaba las causas de la derrota de Labastida. En el texto decía una parte del equipo trabajó para ganar las elecciones mientras otra lo hizo “ganarse a Labastida antes de esa fecha, como si la elección ya hubiera estado ganada. Demasiadas energías fueron desperdiciadas en ganar espacios internos”.

 

Tras desgranar su explicación al fracaso, el antiguo maoísta concluía así: “Ante las condiciones objetivas y los resultados ya conocidos es difícil saber si hubiéramos ganado aun sin cometer errores y sin las serias deficiencias ocurridas en la campaña. Muchos priistas creemos que sí”.