Nueva York. Los vecinos de Siria deben mantener abiertas sus fronteras para los refugiados que huyen de la violencia en ese país, además de que deben garantizarles libertad de movimiento una vez dentro de sus territorios, urgió hoy Human Rights Watch (HRW).

 

En un comunicado, el grupo de defensa de los derechos humanos recordó que más de 200 mil personas han huido de la violencia en Siria hacia Turquía, Líbano, Jordania e Irak, pero recientemente funcionarios de esos países han expresado que pronto podrían cerrar sus fronteras para los sirios.

 

“En tanto que la violencia aumenta en Siria y el número y la tasa de refugiados se acelera, es más crítico que las fronteras se mantengan abiertas y que los derechos fundamentales de buscar asilo fuera del propio país sean respetados”, dijo Bill Frelick, director del programa de refugiados de HRW.

 

Frelick llamó además a los países receptores a que garanticen la estancia legal de los exiliados, y a que les aseguren a éstos que no serán detenidos, confinados en campos cerrados o deportados.

 

En tanto que el número de refugiados crece, los gobiernos huéspedes han sentido la creciente presión de bloquearles el paso, de minimizar su presencia al confinarlos en campos cerrados y a evitar concederles un estatus legal.

 

Hasta ahora, con la única excepción de Israel, los países vecinos de Siria han mantenido abiertas sus fronteras.

 

De acuerdo con la ONU, más de 200 mil refugiados de Siria han sido registrados en la región, con una dramático incrementos en la cifra a partir de agosto, aunque el número real podrían ser mucho mayor, de acuerdo con HRW, pues muchos de los exiliados no están en el registro.

 

Hasta el lunes pasado, Turquía era el país con mayor número de refugiados sirios con 74 mil, seguido de Jordania con 61 mil, Líbano con 51 mil e Irak con 16 mil.

 

“Tras apropiadas revisiones de seguridad, los gobiernos huéspedes deben ofrecer a los refugiados estatus legal y libertad de movimiento, para que éstos pueden ser autosuficientes y contribuir a la economía del país receptor en vez de ser un costo”, enfatizó Frelick.