Cuando buscaban ser gobernadores, toda la maquinaria del PRI se puso en marcha y los apoyó para elevarlos a la cima del Poder Ejecutivo. Pero, una vez como mandatarios estatales, diversos priistas no fueron capaces de conseguirle, a Enrique Peña Nieto, ni siquiera la misma cantidad de votos que los hoy gobernadores tuvieron, en su día.

 

Algunos de los casos más llamativos ocurrieron en Coahuila, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.

 

No obstante, el que más llama la atención es el del Estado de México. Hace exactamente un año, (el 3 de julio de 2011) se celebró la elección para gobernador, en la que arrasó Eruviel Ávila: él triplicó la cantidad de votos de su más cercano competidor, el perredista Alejandro Encinas. Ávila obtuvo el triunfo con 61.97% de las preferencias, lo que significó un total de tres millones 18 mil sufragios.

 

Ávila, que previamente se desempeñaba como alcalde de Ecatepec, fue el sucesor de Peña Nieto en la gubernatura mexiquense, por lo que se benefició directamente de la gestión de su predecesor.

 

Sin embargo, el pasado 1 de julio, Peña Nieto sólo obtuvo 42.19% de los votos, que pese al natural crecimiento de la lista nominal, únicamente le representaron dos millones 908 mil votos. Más allá de los 100 mil votos que el PRI perdió en la entidad en un solo año, el mayor golpe para el tricolor se lo dio la oposición: si en 2011 la izquierda había sumado un millón de votos, en 2012 consiguió más de dos millones y medio.

 

En Coahuila, en tanto, el priista Rubén Moreira Valdez enfrentó una situación similar. Él también ganó la gubernatura el 3 de julio de 2011. Y también obtuvo 60% de la votación (que representó 721 mil votos). En las elecciones del 1 de julio pasado, sin embargo, Peña Nieto sólo alcanzó 450 mil sufragios en ese estado, un total de 38% de los votantes. Además, el gobernador de Coahuila es hermano de Humberto Moreira (ex gobernador de esa entidad), quien tuvo que renunciar a la dirigencia nacional del PRI, en pleno arranque de campaña de Peña Nieto, después de que se revelara el crecimiento exponencial de la deuda que dejó en su estado.

 

En pocos lugares del país, el músculo del PRI se mostró tan fuerte como en Tamaulipas, en 2010. El 28 de junio, su candidato a gobernador, Rodolfo Torre Cantú, fue asesinado. Y en los seis días que mediaron entre ese hecho y las elecciones, el priismo logró nombrar a un sustituto -Egidio Torre Cantú- y hacerlo ganar. El 4 de julio de 2010, Egidio Torre obtuvo 61.58% de los sufragios: 678 mil votos. No obstante, la votación para el PRI se derrumbó en 2012: este pasado 1 de julio, Peña Nieto convenció a 33% de los electores, que sumaron 481 mil boletas.

 

En Veracruz y tras una competida campaña, el 4 de julio de 2010 el PRI logró encumbrar a Javier Duarte, con 43% de los votos (el PAN logró 40%). Esto fue equivalente a un millón 356 mil sufragios (Veracruz es el tercer mayor padrón del país). En las elecciones presidenciales pasadas, sólo 32% se decantó por el PRI, es decir, un millón 160 mil ciudadanos.

 

En Quintana Roo, también en 2010, el PRI aplastó a la oposición. Roberto Borge Angulo duplicó la votación del izquierdista Gerardo Mora Vallejo (Borge convenció a 52%: 184 mil papeletas) y se convirtió en  mandatario estatal. En 2012, en cambio, Peña Nieto sólo contó 31% de boletas a su favor: 171 mil.

 

Un estado limítrofe, Yucatán, también deberá dar explicaciones al PRI nacional. En 2007, Ivonne Ortega se volvió gobernadora con casi la mitad del padrón a su favor (421 mil votos). Este 1 de julio pasado, se renovó la gubernatura y ciertamente la ganó el priista Rolando Zapata, con 469 mil votos; pero Peña Nieto, en la entidad, obtuvo 30 mil sufragios menos.