En la actualidad, las transformaciones tecnológico-mediáticas nos han llevado a discutir e indagar el sentido del concepto “propiedad intelectual”, así como algunas de sus implicaciones económicas ya que su protección resulta necesaria cada vez más en diferentes ámbitos.

 

Según el Convenio de Berna (1986), no es necesario registrarse para beneficiarse de una protección del derecho de autor, por lo que no existe un registro internacional. No obstante, numerosos países poseen instituciones dedicadas al registro de derechos de autor y de patentes, con el propósito de identificar o distinguir los títulos y sus contenidos que sirvan como prueba para demostrar la licencia de uso o la propiedad de una marca o de una patente.

 

En el mundo se ha incrementado el registro de patentes, en particular en Japón, EU y Europa. En el último informe de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) se muestra que, durante 2010, se observó que las solicitudes para el registro de patentes y de marcas crecieron 7.2% y 11.8% respectivamente, frente al crecimiento del 5.1% en el PIB global.

 

La propiedad intelectual se ha convertido en un elemento con alto valor económico debido a que contribuye a crear importantes activos que pueden utilizarse en fusiones y adquisiciones de empresas, así como fomenta una mayor cooperación en materia de inversión. Las empresas obtienen ventajas competitivas al realizar alianzas que permiten utilizar la tecnología y así mejorar el desarrollo de sus actividades.

 

Las patentes promueven el desarrollo económico principalmente porque transfieren la tecnología y la inversión, además de fomentar la investigación y el desarrollo en las universidades e instituciones dedicadas a la investigación. Por otra parte también funcionan como catalizadores de las nuevas tecnologías, sin dejar de lado que al acumular patentes las utilizan en actividades que generan ingresos.

 

A nivel macroeconómico se tienen varios efectos favorables como la disminución en la fuga de cerebros, el incremento en apoyos financieros para la educación y la promoción de la investigación.

 

En los países en vías de desarrollo los programas de investigación son financiados principalmente por el sector público y por las universidades, sin embargo, esta inversión resulta marginal e insuficiente. Además de una mayor inversión del capital privado, en nuestros países se deberá reconocer la importancia que la inversión en investigación y desarrollo tiene en el siglo XXI.

 

Un paso en esa dirección será evaluar la situación en la que se encuentra la propiedad intelectual en nuestro país, aceptar el rol cada vez más importante que jugará y generar los marcos regulatorios y la aplicación de las leyes vigentes para fomentar su crecimiento y potenciar así su posible impacto económico.

 

*Licenciada en Derecho egresada del ITAM. Asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate. bvazquez@contorno.org.mx

 

Referencia

Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI),World Intellectual Property Indicators, 2011. www.wipo.int