Hace unos días vi con azoro y desconfianza el video de los Niños incómodos. De inmediato me remontó a los anuncios del Consejo Coordinador Empresarial de 2006. Por medio de una campaña “viral”, pensé, se estaría saltando la prohibición legal para que particulares compren anuncios durante las campañas. Reconozco que es posible que el financiamiento de la iniciativa sea completamente bienintencionado, pero no dejan de preocuparme dos elementos:

 

1. Hubo apoyo de la televisión abierta para darle revuelo al video que originalmente se estaba difundiendo a través de Youtube.

 

2. El video no va más allá del Ya basta que hemos expresado de múltiples formas en los últimos 10 años.

 

Dejaré de un lado mi desconfianza, reflejada en la primera preocupación, y tomaré la segunda.

 

Las marchas contra la violencia y la delincuencia, por ejemplo, han traído el mismo mensaje: Ya basta, queremos compromiso de los políticos, queremos que las cosas cambien, ya tocamos fondo. Cada Ya basta apela a un fondo más profundo. Seguimos, sin embargo, careciendo de la ruta clara para la transformación.

 

El anuncio que termina con su Doña Josefina, Don Andrés Manuel, Don Enrique, Don Gabriel, también pudo haber terminado con una letanía de dones:

 

Doña Elba Esther, Don Joaquín, Don Carlos … Don Lídersindical.

 

Don Alberto, Don Carlos, Don Ricardo, Don Lorenzo, Don Emilio … Don Granempresario.

 

Don Eruviel, Don Rodrigo, Don Juan Manuel … Don Gobernador.

 

Don Chapo, Don Tuta, Don Zeta …

 

¿Podría haber terminado con un Don Usted? ¿Con un papá, mamá, necesito que ustedes sean los primeros en no corromper, en no discriminar, en cambiar las reglas de convivencia entre las personas? O hasta con un clamor religioso de ¡Dios mío, manténme honesto!

 

Ciertamente, me parece fundamental el compromiso de los cuatro candidatos a la Presidencia y en su momento el del ganador, para con la transformación de la situación violenta y corrupta que padece el país, pero tengo claro que más allá del compromiso de una o cuatro personas hay una cadena de incentivos que terminan descomponiendo el actuar de personas bien o mal intencionadas liderando el país.

 

Se ha dicho que al video de los Niños incómodos que ya conocemos pronto seguirán otros más que pudieran completar el mensaje, pero en todo caso, si esta campaña no apela a una acción concreta de los destinatarios del mensaje, terminará siendo un Ya basta más.

 

Preferiría ver un video que cuestionara la causa raíz de nuestra política pervertida, de nuestros rincones violentos y sin ley, que pusiera el dedo en la llaga sobre el rol de los ciudadanos en la transformación del país. De otra forma, este nuevo grito de Ya basta terminará abonando en la cultura del mesianismo que caracteriza a la política mexicana.

 

El posible regreso del PRI podrá ser una tragedia para los antipriístas o un triunfo del viejo régimen, para otros; la continuidad del PAN, la salvación para unos, el más de lo mismo para otros; el triunfo de la izquierda, la justicia en su máxima expresión o la consumación del peligro para México. Sin embargo, pensar que detrás de la elección del 1 julio está la tragedia o la salvación del país en manos de un solo hombre o una sola mujer, termina reforzando la creencia de que sólo un líder puede lograr la transformación.

 

Podré equivocarme en mi desconfianza respecto a la producción y difusión del video de los Niños incómodos, pero al final de cuentas estoy convencido de que si no dejamos de separar “nuestro destino” de “nuestra conducta” o “nuestra responsabilidad”, por mucho compromiso que haya para no ir “sólo por la silla”, la transformación no se dará.

 

@GoberRemes