Corea del Sur y Vietnam tienen profundas diferencias ideológicas, pero también comparten interesantes similitudes históricas que nos brindan excelentes ejemplos de lo que la ciencia y la tecnología pueden hacer por el futuro de un país como el nuestro. Esas naciones asiáticas sufrieron la devastación y la miseria que les dejaron las guerras por las que cada cual atravesó entre 1948 y 1975.

 

Todavía con secuelas de los sendos conflictos bélicos que padecieron, esos países tomaron, cada uno por su lado, decisiones que parecían descabelladas: invertir la mayor cantidad y calidad de sus recursos humanos, materiales y financieros para impulsar la investigación científica y la transferencia tecnológica.

 

Corea del Sur aplicó un programa de corte liberal conocido como Las 3-E (estado, escuela y empresa). En cierta ocasión le preguntaron al premier de ese entonces por qué apostar por la ciencia y la tecnología si su nación tenía necesidades más urgentes. El gobernante contestó: “precisamente por eso, porque somos muy pobres”. La estrategia propició que en tan sólo 30 años Corea del Sur se convirtiera en una de las diez primeras economías del mundo.

 

Tras su reunificación en 1975 y con un sistema diametralmente distinto, Vietnam aplicó la Unión Vietnamita para la Asociación de la Ciencia y la Tecnología (VUSTA, por sus siglas en inglés), lo cual le permitió introducir innovadores esquemas de libre mercado en su economía planificada; como resultado, ese país es hoy es un fuerte competidor a nivel internacional.

 

Los gobiernos y las sociedades de esos dos países, más pobres que México en aquellos años, comprendieron que sólo el conocimiento podría resolver su grave situación y así fue. Algo que tienen en común los programas de aquellas naciones es que fueron conducidos bajo genuinas políticas de Estado en ciencia, tecnología e innovación, y que tales decisiones se mantuvieron en concordancia con dos conceptos que en Occidente –y particularmente en México– todavía nos cuesta mucho trabajo comprender: gobernanza y visión de largo plazo.

 

La gobernanza es el arte del buen gobierno; es decir, la capacidad y la imaginación con las que una comunidad o un país conjugan sus distintos componentes (actores, marcos normativos e instituciones) para que su sistema político, social, económico y cultural opere con la suficiente articulación, concordia y eficacia, y pueda resolver sus problemas, trascender sus circunstancias y alcanzar un mejor bienestar para todos sus componentes.

 

En México, sigue vigente la necesidad de dotar de gobernanza al sistema científico y tecnológico para establecer una verdadera política de Estado en la materia. El objetivo tiene dos fases: la primera es recuperar el nivel de competencia que teníamos hace 30 años frente a naciones latinoamericanas como Brasil, Argentina y Chile. La segunda es alinear y aprovechar nuestras capacidades y oportunidades de desarrollo tecnológico para dirigirnos hacia la competitividad global frente a regiones como Norteamérica, la Unión Europea o la APEC (Japón, China, Corea del Sur, India y Singapur).

 

Desde su fundación en 2002, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico AC ha encaminado sus esfuerzos a lograr estos objetivos, a través de documentos, análisis, reuniones, debates y congresos. Los impulsa en sus propios grupos de trabajo pero también en cooperación con instituciones y dependencias de gobierno, así como diversos actores, y organizaciones federales, estatales e internacionales académicos, empresariales y de la sociedad en general.

 

Para el Foro Consultivo, la construcción de gobernanza del sistema científico nacional, y de una creativa y eficaz política de Estado en la materia, pasa necesariamente por la creación de una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, que ponga el conocimiento científico al frente de la sociedad y la innovación al frente de la economía.

 

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